Liz Saldaña
@liz_saldaa
Vale la pena dedicar la vida a contribuir con la sociedad y el medio ambiente. No solo pensar en “enriquecerse”, sino en aportar para resolver un problema social y, al mismo tiempo, tener una empresa que se sostenga económicamente. Esa es la lección que nos deja Diana Castañeda, gerenta general de KUNAN, programa que impulsa, integra e inspira el emprendimiento social de jóvenes en el Perú.
Desde los 21 años, ha estado involucrada en el mundo de la ayuda social. En esa época era voluntaria de un asilo de ancianos: “Allí empecé a construir un grupo de gente buena buscando hacer cosas positivas en beneficio de los demás”. Diana, ahora con 39 años, dice que cada vez hay más jóvenes deseosos de resolver problemas y aportar al país generando una organización social que se mantenga por sí misma.
“Me gustan las empresas que tienen identificados los impactos en su operación, como es SHIWI, una organización que vende diversos productos a base de la castaña amazónica”, expresa. Esta empresa creó una actividad económica acorde con el bosque de donde sale la castaña. Así ayudan a mantenerlo para beneficio de todos nosotros.
En el universo del emprendimiento social, Castañeda aclara que las mujeres “estamos avanzando mucho más en discurso que en acción”.
Debido a esto, reconoce que tenemos como misión “liberar a la mujer y a la gente en general de la carga de la perfección”, con la que crecen las niñas, algo que las limita para poder experimentar, requisito básico de todo emprendimiento.
Si bien la gerenta de KUNAN observa que todavía la maternidad limita a la mujer en su desarrollo profesional, opina que debería existir “una situación más balanceada de responsabilidades en casa”, para beneficio de los hombres, mujeres e hijos.
“Algo bien importante entre las mujeres es el rol de las otras mujeres. (…) Las mujeres tenemos la primera responsabilidad respecto a nosotras mismas. (…) Hay muchas mujeres en el pasado que nos han dado libertades y opciones como votar, estudiar, ser independientes económicamente”.
Diana tuvo siempre como preocupación el desarrollo de su género. Por eso, hace unos años, creó un proyecto, hoy desactivado, de capacitación de mujeres que eran víctimas de violencia familiar, para que mejoren sus negocios y puedan sentirse empoderadas: “Es nuestra responsabilidad hacer nuestra parte para las mujeres que vienen después de nosotras”, para poder ver el cambio y decir satisfechas: “¡Yo puse un granito de arena para que esto sea así!”.
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