23.MAY Jueves, 2024
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Hernán Migoya: Dibújame cómo pasó

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La historieta se vuelve una herramienta perfecta para narrar con imágenes sucesos a los que las cámaras no pudieron llegar ni las crónicas al uso supieron explicar.

Este diario incluye hoy una pequeña joya del cómic periodístico: la historia de Boko Haram tal como nos la narra Andy Warner… esto es, en viñetas. Algunos lectores pueden sentirse sorprendidos, pero en la actualidad el periodismo más moderno utiliza la creatividad –y también a los creadores– que ofrece el lenguaje de la historieta para plasmar aquellas noticias que necesitan del impacto icónico y sintético de la imagen y, al mismo tiempo, de un formato que permita todo el análisis requerido por la complejidad de los hechos a exponer. Asimismo, el elemento lúdico que aporta la combinación de textos y dibujos hace mucho más digeribles algunos temas que podrían resultar demasiado áridos para el público general.

Desde los años 80, el cómic ha pasado de ser un medio netamente popular a convertirse en producto de mayor prestigio intelectual, lo que le ha abierto las puertas de otros formatos y géneros, además de hacerle ganar terreno en el ámbito de la no-ficción: así, cuando en 1986 el reputado Art Spiegelman decidió contar en historieta las crudas vicisitudes reales de sus padres en el campo de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau, estaba cimentando un nuevo espacio pertinente para el cómic: con Maus, su autor ganó el único Pulitzer que se ha concedido a una historieta, y además abrió la veda a otros autores que decidieron usar este medio para plasmar realidades que la cámara de video no puede, no sabe o no quiere captar.

CORRESPONSALES A LÁPIZ
Pero, sin duda, fue Joe Sacco el que cambió en los años 90 el rol estereotípico del artista de cómic ante millones de ojos: él en realidad podría ser considerado como un corresponsal de guerra que realiza sus crónicas en forma de cómics, lo que le da un tiempo de reflexión y capacidad de análisis, unidos al don de la recreación y representación gráficas, mucho mayores que si se limitase a enviar sus crónicas escritas. Sus libros sobre el conflicto judío-palestino o el bosnio ya son toda una referencia para los artistas que quieren adentrarse en este nuevo subgénero.

¿Qué es lo que motiva que la prensa más sofisticada retire los ojos de la última tecnología y retorne a un método narrativo tan básico como el del lápiz y papel? Precisamente eso: la meditación, sencilla laboriosidad y poderío gráfico que acompañan la narración en historietas aportan una mirada que se asume más analítica y honesta que la de un objetivo de cámara que sólo busca lo vendible o una fotografía absolutamente manipulable en posproducción.

El periodismo de hoy apuesta por el cómic periodístico.

CLÁSICOS DEL CÓMIC PERIODÍSTICO


Maus: relato de un superviviente, de Art Spiegelman no es periodismo en el sentido purista, sino más bien una crónica dramatizada de la terrible experiencia vivida por los padres del autor durante la II Guerra Mundial. Intensa y catártica, abrió un sinfín de posibilidades al cómic como conductor de realidades.

NOTAS AL PIE DE GAZA, DE JOE SACCO


Nuevo ejercicio de crónica y reflexión que revalida su clásico Palestina (1996), con un autor posicionado a favor de dicha causa, pero que duda de continuo de sus propias conclusiones y perspectivas: un buen ejemplo de otro modo de entender el periodismo, menos inmediato y más sereno.

TODO EL MUNDO ES IMBÉCIL MENOS YO, DE PETER BAGGE


No todas las crónicas periodísticas deben ser serias: al menos no las historietísticas. El gran artista satírico Peter Bagge es enviado por la revista libertaria Reason a todo tipo de acontecimientos, políticos y sociales, en los USA. El resultado: hilarante.

EL FOTÓGRAFO, DE EMMANUEL GUIBERT Y DIDIER LEFÉVRE


Impresionante híbrido que conjuga cómic y fotorreportaje para relatar la historia de un equipo de Médicos sin Fronteras en 1986, durante su recorrido entre Pakistán y Afganistán en plena ocupación rusa, usando fotos reales tomadas ese año. Toda una experiencia lectora y visual.

Por: Hernán Migoya


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