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De Irak a Alemania: Así fue la odisea de un matrimonio de refugiados y su bebé [Fotos]

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Ahmad y Alia lo vendieron todo en su natal Bagdad para escapar de las bombas y pagaron más de US$10,000 a traficantes para llegar a ‘la tierra prometida’.

¡Por fin! Ahmad y Alia consiguieron llegar a Alemania con su bebé de 4 meses. Atrás quedaron las calamidades vividas por este joven matrimonio de Irak que lo vendió todo para huir de las bombas.

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Un equipo de la agencia AFP siguió a esta familia de refugiados desde la frontera entre Grecia y Macedonia durante una semana. Cuando los 3 llegaron a la ciudad alemana de Baviera, celebraron el amanecer de una nueva vida.

Ahmad y Alia reían en un tren de la ruta Viena-Munich entre ejecutivos y turistas después de la terrible odisea iniciada en Turquía hasta Alemania, pasando por Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría y Austria.

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Ahmad, de 27 años, tuvo que vender su casa y su tienda de ropa en Bagdad para poder traer a Alia, de 26, y al pequeño Adam a Europa. La pareja tomó la decisión de huir de Irak en febrero de 2014.

Diez días después de comprometerse con ella, Ahmad la llevó a cenar a un restaurante. Pero hubo una explosión y los vasos les estallaron en la cara. Las cicatrices aún son visibles, sobre todo en el rostro de Alia.

Antes de emprender el periplo, Ahmad trató en vano de obtener asilo en Estados Unidos. Los padres de Alia no querían que hiciera este peligroso viaje, pero no tenían otra opción. Cuando vieron el destartalado pesquero que les llevaría a Grecia, quisieron dar media vuelta, pero siguieron adelante.

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Durante su periplo de una semana en Europa, esta familia escapó a una detención de las patrullas fronterizas, durmió a la intemperie, eludió a ladrones, regateó con traficantes sin escrúpulos, soportó un fuerte sol de día y tiritó de noche, e hizo cola durante horas para registrarse con las autoridades, sin recibir prácticamente ninguna asistencia.

Fue un viaje peligroso de 2,500 kilómetros en el que fueron testigos de lo peor del género humano. En Hungría, contuvieron el aliento mientras seguían a traficantes por campos a la luz de la luna para evitar que el registro de sus huellas dactilares, lo cual comprometería su llegada a un país del norte de Europa.

En total, pagaron más de US$10,000 para llegar a Alemania, que decenas de miles de inmigrantes y refugiados ven como la tierra prometida.

“Solo quiero una buena vida para mí, para mi esposa. Quiero vivir como otra gente, sin tensiones, sin estrés, sin miedo”, dijo Ahmad en Baviera, agotado pero aliviado.


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