Aspectos fundamentales del destino de Brasil se juegan hoy en conspiraciones palaciegas. El consenso entre analistas es que el gobierno de Temer durará semanas, pero no meses, y lo que se negocia son tres cartas: cómo saldrá Temer, quién sería el próximo presidente y cómo lograr la impunidad.
Después de 4 intentos de evitar el interrogatorio de Lava Jato, Lula ha tenido que sentarse en el banquillo de los acusados. A pesar de su astucia, no le fue bien.
Una reciente encuesta (CNT/MDA), muestra la aprobación del gobierno de Dilma Rousseff en solo 11%, y con el 69% de la población considerándola culpable de la corrupción en Petrobras. Los resultados son socialmente transversales, con variaciones regionales menores. La aprobación en el noreste, su antiguo bastión político, es de solo 16%. Lula también se ve afectado. El 68% lo considera culpable de la corrupción.
A solo 75 días del nuevo gobierno, entre 1 y 2 millones de personas se movilizaron en las principales ciudades de Brasil. Las consignas fueron “basta de corrupción” y “fuera Dilma”.