A falta de pocos metros para la meta el etíope Feyisa Lilesa empieza a mirar para atrás. Acelera hasta donde puede, lleva dos horas corriendo y la medalla de plata no se le puede escapar. Adelante suyo va el keniano Eliud Kipchoge, atrás, el estadounidense Galen Rupp. Tiene que llegar segundo, el mensaje que quiere dar tampoco.