Brasil, el país más “grande do mundo”, es la nación de la esperanza que nunca se materializa. Séptima economía del mundo, si hubiera manejado mejor su economía, sería la N° 5 o 6. Su población y economía son mayores al 50% de América del Sur. Su fortalecimiento y crecimiento benefician a la región; por ello, nos interesa lo que ocurre en el país más extenso de Sudamérica. Es un país nacionalista, proteccionista e incluso actúa como un imperio, pero la realidad indica que hay países como Chile, Colombia y Perú con mejores resultados de crecimiento y desarrollo. No han faltado las protestas por la gran corrupción y la falta de servicio público de calidad (salud, transporte, etc.). De los países BRIC, es el que tiene peor desempeño. Brasil debe, si es verdaderamente líder continental, ejercer ese liderazgo con cifras y crecimiento que no muestra hace tiempo. Más bien se ha caracterizado por magros crecimientos de 1% o 2% al año, donde el desnivel entre el que mucho tiene y el que nada tiene es hasta groseramente desproporcionado. Con la reelección de Dilma no se esperan grandes cambios y sí más de lo mismo, ya se afectaron la Bolsa de Valores y la confianza del inversionista. Dieciséis años del PT consecutivos son muchos.
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