Este año 2015, China y Rusia aceleran su estrategia antioccidental, enmascarada bajo una táctica ‘capitalista’ y no la tradicional beligerante y revolucionaria. ¿Las relaciones de Cuba con Estados Unidos son un cambio de timón hacia un Glasnot caribeño o es la clásica promesa que le hacían, en la cárcel, a Huber Matos para incumplirla y así debilitar su resistencia e instigar contradicciones internas? EE.UU. y los empresarios occidentales no se plantean estas dudas. El exitoso cree ser la medida de todo. El mundo es su espejo y, si ellos son sensibles a la caída de la economía, lo propio tiene que sucederle, como dogma, a todos, aunque los Castro hayan sobrevivido perfectamente al “periodo especial”, aunque la pobreza no revolucione al pueblo norcoreano, ni al 80% del pobrísimo pueblo chino ni lo haya hecho con el pueblo soviético pre-Gorbachov. Occidente se ha vuelto dogmáticamente autorreferencial en la economía y esto es una debilidad estratégica. El psicoanalista Igor Carusso asegura que uno se enamora no de la otra persona sino de la idea que uno construye acerca del otro, uno idealiza al otro. Es una poderosa forma de narcisismo. Así, Occidente ha idealizado al ‘capitalismo’ y vaticina que sus remezones economicistas le sucederán a Rusia, China y Cuba. Aunque esta mecánica, fuera de buenos deseos, no haya sucedido en el pasado.
En los años 60, Pakistán, Turquía e Irán caminaban hacia la modernidad; hoy son exageradamente caudillistas, absolutistas, tradicionalistas y religiosos. América Latina democrática y capitalista de los años 90, de cobijar a transnacionales occidentales ahora cobija transnacionales euroasiáticas, con el castrismo como el mercenario a cargo de este desplazamiento. Mucho del capitalismo del Tercer Mundo ha virado hacia modelos autoritarios y pro orientales, sin que la economía ni el bienestar material hayan sido actores de importancia. En los países ultraconservadores —comunistas o fundamentalistas—, lo político/militar es lo hegemónico, no la economía. Pero Estados Unidos y los empresarios, en general, siguen con su narcisismo autorreferencial que hace cumplir la aserción leninista de que “el burgués vende la soga con la que lo van a ahorcar”.
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