Carolina Trivelli: Pobreza al bicentenario

El ministro Zavala ha propuesto erradicar la pobreza extrema, reducir la pobreza de 22% a 15% y la pobreza urbana de 14% a 9% al 2021. Varios congresistas señalaron que eran metas poco ambiciosas; algún analista dijo que eran metas poco relevantes porque hay deficiencias en cómo medimos la pobreza. Por el contrario, encuentro las metas razonables y retadoras.

Reducir la pobreza 7 puntos porcentuales, cuando la tasa de pobreza ya es relativamente baja, es desafiante. Los hogares peruanos que están en pobreza son el núcleo duro de la pobreza y requieren una mayor y más compleja dotación de servicios y activos públicos y privados por periodos prolongados para cambiar sosteniblemente su condición económica.

La meta es ambiciosa; para cumplirla, cerca de 600 mil hogares deberán dejar la pobreza y no regresar a ella. La meta es factible si se reconoce que no se logrará en piloto automático, que demandará más que solo crecimiento y programas sociales, y que exigirá, además, políticas que aseguren que quienes ya salieron de la pobreza no regresen a la misma situación. Urgen políticas de consolidación para la nueva clase media.

Respecto a la medición, recordemos que se trata de una convención. Medimos la pobreza monetaria ni mejor ni peor que otras medidas. Sabemos lo que mide (y lo que no); es transparente, auditable y comparable en el tiempo. El INEI trabaja profesionalmente para lograr una medición de calidad. No veo problema en fijar metas con esta medida.

Llegar a 15% de pobreza no resolverá los desafíos de la pobreza, la inclusión social ni la desigualdad; ni con esta medida ni con ninguna otra. Se trata solo de tener una escala de referencia para ver cómo vamos.

La meta es exigente y factible, démosle seguimiento y exijamos que su cumplimiento traiga transformaciones a favor de una sociedad más justa e igualitaria.