23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

“Los protagonistas de esta colonización moderna son antropólogos y políticos antisistémicos. Sin cesar, les roban la voz a los indios…”.

Analista político

Para los indigenistas, los indios no deben ser libres. Deben ser solo indios y, además, parecerlo. Deben permanentemente recrear su pasado, vivir en comunidad, obedecer al jefe tradicional, aceptar la justicia comunitaria, y las mujeres y los niños: ¡a callar! Deben ser una eterna artesanía. Los indigenistas halagan a los indios diciéndoles que son superiores y puros, por imitarse sin cesar, por no devenir, por no crear y, claro, ese poder académico global convence. En retorno validan su prestigio académico. Hoy es una de las ideologías más respetadas a pesar de su crueldad con rostro de bondad.

Los protagonistas de esta colonización moderna son, sobre todo, antropólogos y políticos antisistémicos. Sin cesar, les roban la voz a los indios dizque para representarlos en los foros internacionales. Lo mismo hicieron De las Casas y el pensamiento católico español del siglo XVI: los interpretaban con mentalidad europea, les robaban su voz para representarlos, les permitían regirse por la justicia indígena y por sus autoridades ancestrales; pero la diferencia es que entonces fue un hecho revolucionario. El mundo indígena estaba derrotado militarmente, pero este empeñoso proceso de reconocimiento del diferente y de la complejidad cultural de sus sociedades logró que la corona diera títulos y tierras a sus élites y derechos (obviamente feudales) al pueblo indio. Los curas, en adición, les dieron la alta calidad agustiniana de “pueblo de Dios”. Este “indigenismo católico” fue el precursor de los derechos humanos franceses. Pero cinco siglos más tarde es absolutamente reaccionario impulsar el paternalismo, la quietud histórica, la sumisión de la mujer y la suplantación de su voz simplemente porque, actualmente, la lucha de los pueblos oprimidos es la ciudadanía, la libertad, los derechos individuales y de género. Por eso, los indios migran masivamente buscando la modernidad.

Ahora, si un indio ciudadano, con sus derechos intactos, elige vivir en ayllu, es un acto de libertad, pero si lo hace porque no tiene otra alternativa o los antropólogos lo han convencido para validar su ficción o para ser ‘masa’ de un caudillo mesiánico, además de reaccionario es cruel, y debe ser denunciado y combatido ideológicamente.


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