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Opinión

“La inversión privada sigue decaída (minería sigue en paralizada o en suspenso), por el lado laboral no hay nada importante…”

Regresemos, como ejercicio, a Enero del 2016. En la grilla electoral, recordemos, se encontraba el fujimorismo de líder absoluto (la primacía durante la primera vuelta nunca estuvo en disputa), y la pelea se daba por el segundo lugar. Como sabemos, pasó a la segunda vuelta PPK y, eventualmente, llegó al sillón presidencial.

Pero en Enero, a varios meses de la definición, ¿quién –al menos, en el papel– aseguraba la reactivación de la economía, en el menor plazo posible y con las mejores perspectivas para el quinquenio? Probablemente PPK: ex primer ministro y ministro de Economía, banquero de inversión de larga (y exitosa) trayectoria, con contactos por todo el mundo, y con un equipo técnico de primera. Habían buenos equipos económicos en otras propuestas, pero PPK y su equipo llevaban la ventaja en el eje “reactivación económica”.

Pasados casi 10 meses, ¿con qué nos encontramos? Cierto, el gobierno anterior les dejó las cosas peor de lo que imaginaban (no obstante se lo advertimos, muchos y reiteradamente); como también es cierto que no supieron advertir a tiempo que la cosa venía fea, y que ajustemos nuestras expectativas. Pasados los días de queja, ¿qué tenemos al frente?

Para empezar, lo obvio: la economía no levanta como esperaba el gobierno, y menos aún como esperaba la mayoría de peruanos. Las expectativas de crecimiento se han ido ajustando de un alto 4% a un bajo 3%, y es probable que se siga a la baja. El crecimiento acumulado del PBI (últimos doce meses) se encuentra en 3,34%, con un primer trimestre (Enero-Marzo) de 2,08%.

¿Medidas reactivadoras? Existen, pero pocas y –me da la impresión– difícil que enciendan los motores adecuados. La inversión privada sigue decaída (minería sigue en paralizada o en suspenso), por el lado laboral no hay nada importante, menos aún por el lado de los mega-proyectos (si bien son gigantescos los montos, están paralizados o en duda por las sospechas de corrupción).

El gobierno debe dar un giro, pronto y llamativo; si pierde las expectativas en el eje económico, difícilmente ganará a la población en otro.


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