25.ABR Jueves, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

“El ecosistema a favor de la impunidad es robusto: el Estado es una coladera de casos de corrupción (el gobierno nacionalista fue una fábrica de ejemplos)”.

Señalábamos ayer, en “Impunidad total”, la creciente sensación en la ciudadanía de que aquí, en el Perú, no pasa nada respecto a la corrupción; léase, que para los corruptos debemos ser una suerte de paraíso legal, donde es muy fácil hacer negocios y muy difícil ser atrapado. Usamos el caso Lava Jato como ejemplo, pero en verdad se podría extender a otros del mismo tipo, como también a otros ejemplos de impunidad: el crimen organizado, delitos de encubrimiento o de función, y así. El caso Madre Mía, en el cual está sindicado el ex presidente Ollanta Humala, es otro ejemplo.

El ecosistema a favor de la impunidad es, como vemos, robusto: el Estado es una coladera de casos de corrupción (el gobierno nacionalista fue una fábrica de ejemplos); el sistema judicial (Poder Judicial, fiscalías, procuradurías, entre otros) es una máquina calibrada para reconvertir un delito en humo; el empresariado se siente cómodo con el sistema y, por lo tanto, sigue los incentivos planteados; las ONG y otras instituciones del ámbito privado se han convertido en espacios políticos, y la mayoría de los medios no se guían por estándares morales, sino que responden a sus apuestas políticas durante la campaña. Es el círculo vicioso perfecto.

¿Cómo cambiar esto? Bueno, partamos por lo obvio: el único estamento que podría (nótese el condicional) hacer una reforma que cambie este ecosistema es el sistema de partidos políticos, vía un gran acuerdo y una serie de reformas trabajadas entre el Legislativo y el Ejecutivo. Por supuesto, esto jamás pasará, por una sencilla razón: los partidos políticos, o bien conocen el ecosistema y se benefician del mismo, o bien se mimetizan ni bien se integran.

En resumen, los partidos políticos, los llamados a realizar los cambios, no encuentran incentivos para hacer las reformas necesarias. ¿Por qué se llenan la boca con esas promesas durante campaña? ¡Son políticos, y en campaña!
¿Y la ciudadanía? Como siempre, preocupada por sus problemas inmediatos, que nunca son pocos. Ojalá me equivoque, pero no veo la posibilidad de cambios en el futuro.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.