23.ABR Martes, 2024
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Opinión

“La democracia es un logro que podemos atribuirnos todos los peruanos y que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Que la lucidez nos acompañe”.

Se les ha dicho terrucos, caviares, rojos, paranoicos. Se les ha acusado de insultar, de estar desesperados, de difamar, de convertir una campaña en una guerra sucia. De participar en marchas ridículas, vergonzosas, llenas de odio. Así se expresa buena parte de quienes este domingo ejercerán su derecho de votar. Pero todo eso se trata, quizás, más bien, del miedo, la indignación, la resistencia a olvidar.

La candidata que se disputa la final empezó una campaña moderada, con el beneficio de la duda, pidiendo perdón por los abusos de su padre. Pero pasaron los meses y ocurrió lo que tanto temen los “paranoicos”, llamados así simplemente porque quieren seguir siendo libres: las alianzas con la minería ilegal –coludida con el narcotráfico, como todas las actividades ilegales– y con el ala más radical de la iglesia evangélica, poniéndole pancarta a la homofobia, prometiéndole no aprobar la unión civil, como si los homosexuales fueran prisioneros de guerra sujetos a canjes perversos. Como quien suma rayas al tigre, no tardaron en llegar los intentos de encubrimiento, las declaraciones que suenan a mentiras, los audios adulterados, la minimización de una larga historia de crímenes de lesa humanidad, esterilizaciones forzadas, dineros mal habidos, instituciones compradas y el silenciamiento violento de quienes se oponían al régimen dictatorial de los noventas.

No es normal que el secretario general de un partido político ahora se esconda, investigado por la DEA por estar involucrado en acusaciones de lavado de activos. No es normal que la candidata a la presidencia por ese partido no deslinde de quien está investigado por supuestamente lavar su propio dinero. No es normal que el candidato a la vicepresidencia de ese mismo partido se vea involucrado en manipulación de audios para proteger al investigado. No es normal que el local partidario y muchos de los recursos usados por el partido estén inscritos en registros públicos a nombre del investigado. No es normal que a la candidata le parezca un hecho común el hallazgo de 100 kilos de cocaína en un almacén de la empresa de su hermano. No es normal que su hermano ahora se esconda, sin tuitear desde el 30 de abril, sin recoger sus credenciales del Congreso, después de haber demostrado públicamente su deslealtad a la hermana candidata.

Este domingo, el Perú se juega una carta muy valiosa. La democracia es un logro que podemos atribuirnos todos los peruanos y que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Que la lucidez nos acompañe, que la dignidad pese más que el clientelismo, que el amor por nuestro país se refleje en el respeto, sin fraude, sin mentiras, sin rabia y sin miedo. Votar es una obligación, lo demás es opcional.


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