25.ABR Jueves, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

“El taxista habla de política. Todos son corruptos. No tiene esperanza en el nuevo gobierno. ¿Para qué confiar si todos son unos ladrones?”

Beatriz se resigna a aguantar la combi apretada y lentísima que la llevará a casa. De pronto, el cobrador pregunta si alguien bajará en el puente. Si nadie baja, la combi cambiará la ruta y tomará un camino sin semáforos. En cambio, si alguien baja en el puente, la combi deberá seguir por el tráfico.

Para su mala suerte, hay una pareja que bajará en el puente y todos los demás usuarios se molestan y pitean. La pareja está con su bebé y reclaman que la combi debe cumplir su recorrido y dejarlos donde se supone que debe dejarlos. Beatriz se entristece cuando la reacción de los pasajeros es de gritar más y más fuerte para que les devuelvan el pasaje y bajarlos… ¡Qué importa si los dejarán en la mitad de la carretera!

El taxista habla de política. Todos son corruptos. No tiene esperanza en el nuevo gobierno. ¿Para qué confiar si todos son unos ladrones? Deberían estar presos. Se roban la plata en camiones. Entre otorongos se protegen. Todos te coimean. Cuando Carlos le pregunta desde hace cuándo hace taxi, el taxista le responde –muy suelto de huesos– que hace poco nomás, que el trámite para sacar el brevete era muy complicado y que le dio sus veinte luquitas al encargado… si no, no estaría ahí. Carlos se llenó de angustia.

Tatiana quiere sacar su brevete. Sorprendida, cuenta que una escuela de manejo le ofrece pasar el examen teórico sin dar el examen, pasar el examen médico sin ser revisada por un médico y la preparan “para aprobar el práctico, pero no para saber conducir”. Todo eso por solo S/500. ¡Qué maravilla!, ¡qué fácil!, pensarán algunos.

José Luis quiere salir de Lima por fiestas. Como buen previsor, se organiza para salir temprano y consulta en un grupo de datos en Facebook si le pueden avisar dónde están los controles de velocidad. Quiere correr, dice. La mayoría se escandaliza, le piden que respete la velocidad y no ponga en riesgo su vida ni la de otros. Él, seguramente, ríe y piensa que todos son unos tontos, total, él es el vivo.

Estas cuatro historias nos muestran cómo es nuestro país en el día a día… porque queremos que sea un país mejor, más próspero, más grande, pero no queremos poner de nuestra parte. ¡Viva el Perú! ¡Feliz 28¡ ¡Felices Fiestas Patrias! ¡Te amo, Perú!… habrán dicho los pasajeros, el taxista, los dueños de la escuela de manejo y José Luis: sarta de hipócritas.


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