Patricia Teullet: ¡Empresarios!

Cual si pronunciara el peor de los calificativos, la congresista Cecilia Chacón (Fuerza Popular) casi ha acusado al presidente Kuczynski y al futuro premier de ‘ser empresarios’.

La primera reacción es defensiva: el presidente electo es un profesional, tal vez un inversionista exitoso. Fernando Zavala, por su parte, no es empresario: su participación en la actividad privada ha sido como profesional y, sí, ha dirigido operaciones en una multinacional, lo cual suma, no resta.

Pero una reflexión adicional nos lleva a preguntarnos por qué sería una acusación la calificación de ‘empresario’ y por qué debiéremos defendernos de la misma.

“Ah, es que no es lo mismo ser un gran empresario (sic), trabajar o tener una gran empresa, que ser dueño de una Micro y Pequeña Empresa (MYPE)”.

Llegamos a la conclusión entonces, de que el problema no es ser empresario, sino el tamaño de la empresa que se representa.

Si alguien empezó con una pequeña empresa hace 20 años y sigue igual, no hay problema; si buscó más mercados, invirtió y creció, no merece un cargo público. El éxito no es admisible.

En su artículo del sábado último, Alfredo Torres repasa las distintas maneras en que se ha intentado reducir la informalidad.

Con la evidencia disponible, corrobora lo que intuitivamente se pensaba: la micro y pequeña empresa surgen por una cuestión de supervivencia ante la falta de empleo, no es que los peruanos tengamos un especial espíritu empresarial.

Ante la falta de opciones y seguros de desempleo, solo queda el autoempleo, eufemísticamente llamado MYPE, en general precario y con una baja productividad.

La solución, concluye, se debe buscar allí donde se invierta en tecnología para elevar la productividad; se pague impuestos, seguros, vacaciones y pensiones. Esto es en las cuasi satánicas medianas y grandes empresas.