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Opinión

“El próximo gobierno tiene la oportunidad no solo de apoyarse en ellas, sino de multiplicarlas a favor del soberano (a pesar de su escepticismo).”

Este artículo va contra el sentido común, especialmente contra la idea que tenemos acerca de la relación entre el ciudadano y el Estado. Nuestra experiencia con el Estado suele ser fatal. Los estudios lo corroboran. Las encuestas de opinión, en cualquier coyuntura, suelen mostrar la baja reputación que tienen los organismos de los tres poderes del Estado.

Por otro lado, las diversas investigaciones sectoriales dan cuenta de la permanente insatisfacción de los ciudadanos acerca de los servicios públicos. Cuando se le pide a la gente que dibuje el perfil del empleado público, destacan la mala disposición y la ineptitud. Cuando se le pide que describa en una palabra a nuestros políticos, la más recurrente es “corrupción”.

Sin embargo, existen muchos ejemplos positivos, más de los que imaginamos. Sucede que cuando vivimos una buena experiencia en alguna oficina estatal, no la registramos mentalmente. Ya sea porque cae en el saco de la excepción que confirma la regla, ya sea porque no le prestamos la debida atención. Nuestras malas experiencias pasadas, o nuestros prejuicios, son más fuertes que la novedad. Se trata, pues, de una inercia cognitiva muy difícil de revertir.

Desde hace más de diez años la ONG Ciudadanos al Día viene trabajando en la evaluación y la promoción de iniciativas que buscan la mejora del servicio público. Como parte de estas actividades, organiza el Premio a las Buenas Prácticas de la Gestión Pública. Este año, por ejemplo, participaron 119 instituciones estatales de los diferentes niveles de gobierno (distrital, provincial, regional y nacional), presentando 284 casos de éxito documentados y certificados (Reniec, Osinfor, Pronabec, Fondecyt, oficinas de ministerios impensables, áreas de gobiernos regionales, etc.). Este número se vuelve abrumador si lo multiplicamos por los años que este premio se viene realizando. ¿Estamos hablando del Perú de los peruanos? Sí, exactamente.

Aunque a usted le cueste creerlo, estas buenas experiencias son el resultado de lo mejor de los últimos cuatro gobiernos y, especialmente, de las importantes continuidades institucionales que suelen pasar desapercibidas. Lamentablemente, esto no es destacado por los medios de comunicación ni por los propios políticos que las impulsan. El próximo gobierno tiene la oportunidad no solo de apoyarse en ellas, sino de multiplicarlas a favor del soberano (a pesar de su escepticismo).

Negar los resultados de una burocracia realmente comprometida con su trabajo nos lleva a justificar ese desprecio por lo público que caracteriza a todos los peruanos. Nos toca celebrar los buenos ejemplos, no por los servidores públicos, que tienen sus premios bien ganados, sino por nosotros que vivimos despreciándonos. Nos merecemos ser más amables con nuestra comunidad, más considerados con nosotros mismos.

Para conocer estos buenos ejemplos visite: www.ciudadanosaldia.org.


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