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Opinión

“Con el criterio actual del FA, las fuerzas democráticas debieron rechazar los pronunciamientos de Amnistía Internacional, la OEA y otras que ayudaron a recobrar la democracia en el Perú”.

Fue una mala decisión de la bancada del Frente Amplio (FA) negarse a firmar un pronunciamiento de denuncia por la situación de Venezuela. El asunto de fondo es si el FA va a seguir defendiendo, como en los últimos 25 años, una bandera decisiva para la izquierda y, en general, el progresismo: la defensa de los derechos humanos en el Perú y en el mundo.

Es cierto que el comunicado multipartidario toca no solo asuntos de derechos humanos; critica, por ejemplo, el modelo económico de Venezuela y su tremendo fracaso. ¿El Apra puede haberlo hecho para aislar al FA? Puede ser, pero ¿y… ? ¿No es normal que una fuerza política busque aislar a otra que considera su rival? ¿Que el fujimorismo no tiene autoridad moral porque su gobierno violó derechos humanos en la década de los noventa? Sí, pero esto no debe impedirle al FA tomar una decisión.

Si no querían firmar el pronunciamiento con la derecha y el centro, ¿por qué no sacaron el suyo? ¿Imaginan que basta con su moción, en la que no denuncian la violación de derechos humanos por el gobierno de Maduro? (solo habría una “compleja situación”) ¿O realmente creen que la “soberanía nacional” impide que ciudadanos e instituciones se pronuncien sobre la violación de derechos humanos cuando ocurren en otros países? Porque con el criterio actual del FA, las fuerzas democráticas debieron rechazar los pronunciamientos de Amnistía Internacional, la OEA y tantas organizaciones internacionales que en la década de 1990 ayudaron a recobrar la democracia en el Perú.

NOTA. Antonio Melis, peruanista italiano, murió en La Paz el 5 de agosto. Como desde hace 23 años, había asistido a las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (Jalla). Mariátegui, Vallejo y Arguedas fueron su objeto fundamental de estudio. Además, tradujo a Martín Adán, Belli y otros poetas. Este amigo del Perú nos compromete a no dejar de mirar el mundo como quien vive para investigar y compartir; pero también como un “demonio feliz” –al decir de Arguedas–, como un celebrador de la capacidad de crear. Sea este párrafo un agradecimiento a su labor constante.


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