18.ABR Jueves, 2024
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Opinión

“Transmitió la voluntad de gobernar pensando en todos sus electores”.

El centro del mensaje del nuevo presidente fue comprometerse a garantizarle a toda la población peruana sus derechos básicos: agua y desagüe, salud pública (sin ella “no hay desarrollo posible”), educación básica óptima (¿es decir, intercultural?), fin de la anemia y reducción de la tasa de mortalidad infantil. El énfasis en la unidad, el compromiso de “enfrentar los conflictos con diálogo” (“No iremos contra la voluntad del pueblo”), la garantía de derechos para las minorías, el respeto a los derechos de género, así como su lamento de que “nuestra raíz histórica y cultural haya sido despreciada”, son señas de empatía con compatriotas de diverso signo social, geográfico y cultural. Más cauto fue en lucha contra la corrupción y la inseguridad, y en general evitó embarcarse en fechas y cifras. Una de las pocas y concretas fue la disminución de 1% del IGV (2017); ojalá el realismo lo induzca a dar un paso atrás en cuanto a esto. Lo más destacable es que transmitió la voluntad de gobernar pensando en todos sus electores de la segunda vuelta: “Quiero una revolución social para mi país. Que en cinco años sea un país más justo, moderno y solidario. Es decir, que las desigualdades entre pobres y ricos deben resolverse levantando los ingresos de los más pobres”.


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