23.NOV Sábado, 2024
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Sexo.21: La pornografía sí es arte

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La jovencísima pintora limeña Wynnie Mynerva Mendoza Ortiz nos apabulla con pinturas y dibujos pornográficos de gran calidad.

Wynnie Mynerva Mendoza está obsesionada con el sexo y obviamente ello no tiene nada de malo: porque además lo está desde una perspectiva creativa, la que le permite su talento para el dibujo y la pintura. Su valentía nos demuestra una vez más que la pornografía, en tanto que manifestación plástica de una actividad humana, puede llegar a tener tanta validez artística como cualquier otro campo o motivo de expresión.

Mendoza Ortiz tiene 24 años y es puro nervio. Pocas veces he conocido en persona a un pintor con tanto talento evidente como el suyo: de hecho, si me dijeran que sus obras pictóricas pertenecen a un o una artista de altísimo reconocimiento, fama y cotización, lo creería sin dudarlo. Pero ella es todavía una joven a punto de terminar Bellas Artes y que ya despunta como uno de los nombres más relevantes de la nueva generación de pintores peruanos.

Cuestión de género

Detrás del sexo siempre hay una cuestión política y de identidad. Mendoza Ortiz lo tiene claro y por eso presenta su impresionante conjunto de cuadros pornográficos de riquísimo cromatismo con esta declaración de principios: “Mi trabajo tiene como principal motor las problemáticas en la cuestión de género”, con el objeto de “repensar mi posición sobre las diferencias construidas a partir de los roles femenino y masculino”. La pornografía es un campo de batalla idóneo para ella, dado que “el género femenino no goza de una pornografía donde sea considerada como protagonista de su propio universo sexual. Se deben eliminar los tapujos respecto al sexo y la mujer, para ingresar y generar posturas y discusiones respecto al goce femenino”.
Pese a ello, el sexo no es su único interés: “No me veo en una sola línea de trabajo, sino que plasmo en mi obra todos mis conflictos. Por ejemplo, últimamente me obsesiona el tema de la maternidad”.
Eso sí, su enfoque de la maternidad es todo menos complaciente…

Excitarse pintando

Mendoza Ortiz estudió Historia del Arte por complacer a sus padres, aunque lo dejó en el tercer año de carrera: ver pintar a otros artistas fue demasiado para ella y sucumbió a su propia necesidad de expresarse con el pincel.
Uno de los fenómenos más sorprendentes que nos describe con total naturalidad es cómo el acto de pintar puede llegar a producirle una excitación genuinamente sexual: “No necesariamente llega debido a la temática, sino a través del propio proceso técnico: si a mis 22 años pintaba un bodegón, por ejemplo, y encontraba satisfactorio el resultado de mi trabajo, sentía una descarga de adrenalina que me sexualizaba mucho, hasta el punto de animarme a masturbarme delante de la pintura”.

También resulta frecuente para ella pintar a personas practicando sexo en vivo: cada vez son más parejas las que se lo solicitan, incluida la mía. “Vienen a mi taller, yo me sitúo frente a mi caballete, y esas parejas de todas las opciones sexuales hacen el amor delante de mí. Mientras, yo las pinto. No suelo terminar mis cuadros durante ese acto sexual, claro, los dejo mediados y después los finalizo en soledad. También me excito realizando esas pinturas, se trata de una actividad muy sensual”.

Un perro pintando perros

Uno de los aspectos más interesantes que tiene el tratamiento del sexo en la obra de Mendoza Ortiz es su negativa a aceptar la indulgencia de los enfoques burgueses, evitando edulcorar o suavizar el acto sexual; antes al contrario, en sus trabajos, los modelos representados nunca tienen rostro y a menudo son puros genitales en acción, desindividualizando los personajes retratados y animalizando nuestra identidad: “Plasmo la acción, no unos individuos específicos: mis cuerpos pueden pertenecer a cualquiera. No hay una carga emotiva, amorosa: es sexo sin amor. Es más real y abarca más matices”. No tiene miedo a que la acusen de convertir a los seres humanos en meros animales copulando: “Yo podría ser un perro pintando perros”, afirma sin un ápice de vacilación.

Su osadía le ha permitido acceder a confesiones y confidencias de muchas personas, que vuelcan en ella secretos sexuales que jamás compartirían con otros oídos: “Gracias a ello he llegado a formar parejas sexuales y sentimentales en mi propio entorno: encuentro patrones similares en ellos y los reúno”.

La mujer debe apropiarse del porno

Su adopción de la pornografía como terreno de exploración artística causa controversia tanto en los sectores más retrógrados y tradicionales como en ciertos grupos presuntamente progresistas, donde se considera el formato porno un retroceso en los derechos ciudadanos. “Hay galerías que en efecto no exhiben mi trabajo porque lo acusan de ser pornográfico; luego hay gente que lo defiende diciendo que no lo es… ¡Pero sí lo es! Debe haber y hay un arte pornográfico”.

Sin embargo, existe cierto feminismo ortodoxo que se muestra reticente a aceptar la pornografía como un medio útil para el avance hacia la igualdad: “Critican que en la mayoría de imágenes pornográficas la mujer se represente en una postura de sumisión sexual, como subordinada: pero el sexo no puede negar nuestros deseos aunque representen esquema patriarcales, nuestra sexualidad no siempre debe obedecer a lo que es “políticamente correcto” para nosotras. Creo sinceramente que las mujeres no debemos ponernos límites en el imaginario sexual, debemos explorarlo todo desculpabilizando el placer”.

La estafa del porno para ellas

Mendoza Ortiz no se siente identificada con lo que en los últimos años se está vendiendo internacionalmente con la etiqueta de “porno para mujeres”, una pornografía dulce y soft que presupone que el gusto femenino siempre será almibarado, sin fantasías agresivas y plagado de sentimientos amorosos que legitimen el acto sexual: lo cual devuelve a la mujer al cercado de la feminidad más estereotipada y aceptable por el patriarcado. “Me parece contraproducente dividir con etiquetas el sexo y la pornografía. En el sexo practicado y representado con libertad no hay opresores, debemos identificar cuáles son nuestros deseos, nuestras fantasías, profundizar en el placer y potenciarlo; hoy más que nunca debemos estar en el debate”.

Lo que Mendoza Ortiz propone a las mujeres es apropiarse del arte pornográfico: dejar de ser solamente representaciones y pasar a ser consumidoras y creadoras, convirtiéndolo así en una paleta de todas las opciones y variaciones, para poder terminar liberándose de los fantasmas patriarcales que la sociedad sí impone a priori en nuestras psiques: “Por supuesto que nuestros deseos son patriarcales en gran medida, pero no cambiarán hasta que no cambiemos las estructuras políticas y sociales que rigen nuestras vidas. Si lo único que hacemos es vetar la expresión de nuestro instinto sexual, solo conseguiremos generar más culpa, más represión y en suma mayor insatisfacción”, concluye.

Cuentos pornoclásicos

Y es ahí donde Mendoza Ortiz explora y experimenta, tomando símbolos del imaginario colectivo y jugando a trastocarlos. Como hace, por ejemplo, con su serie de performances “La tapada limeña observa”, donde plasma la doble significancia perversa de esta figura clásica de la tradición peruana: “La Iglesia impuso la figura de la tapada como medio de represión, pero las tapadas se apropiaron de esa vestimenta represiva y la transformaron en un arma para obtener su propio espacio íntimo, ocultando al ojo ajeno sus deseos y satisfacciones sexuales”.

Asimismo, en la serie de dibujos “Cuentos pornoclásicos”, la artista aborda los cuentos populares, ya perversos de por sí, y los lleva al terreno explícitamente sexual. Relatos universales como Pinocho, Blancanieves y los Siete Enanitos, Los Tres Cerditos… se transforman gracias al talento de Mendoza Ortiz en propuestas lúdicas y lúbricas donde los tabúes son repetidamente quebrantados. Ahora planea elaborar un libro recogiendo los cuentos adaptados a esa perspectiva sexual, junto con todas sus ilustraciones.
Pero su proyecto más transgresor está todavía por llegar: “Quiero acabar mi carrera de Bellas Artes presentando como proyecto final una película porno”.

DATOS

  • La exposición colectiva “XX: Ser mujer y hacer arte” cuenta con obras de varias artistas jóvenes, entre ellas Mendoza Ortiz, y permanecerá abierta hasta el 26 de marzo en la Galería Seres del Boulevard Asia de Lima.
  • Una nueva edición de la exposición “Eros y porno”, que se inaugurará el 31 de marzo con obras a la venta de numerosos creadores locales, incluirá asimismo la transgresora serie de dibujos en tinta china “Cuentos pornoclásicos” de la artista limeña.
  • Junto a su pareja, el también pintor Andrés Argüelles, protagonizarán una exposición bipersonal en El Callao Monumental: al compartir taller, también comparten afinidades estilísticas y un interés común por el erotismo y la religión.

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