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Opinión

Hace unos días, luego de una dura batalla contra el cáncer, murió la modelo, actriz y cantante española Bimba Bosé. Su fascinante belleza andrógina cautivó pasarelas y portadas de revista en todo Europa.

Fue indignante evidenciar la cantidad de comentarios homófobos con los que los cibernautas reaccionaron a la noticia de este suceso en portales de Internet.

La gran mayoría de ellos atribuía el cáncer de Bimba a un castigo divino por la homosexualidad de su tío Miguel Bosé o por su androginia. Si bien en Europa estos ataques son incluso perseguidos de oficio por las autoridades, en nuestro país carecemos de legislación efectiva que proteja a los individuos o colectivos afectados. No tenemos por qué acostumbrarnos a los “trolls” de Internet y a su aprovechamiento del anonimato. Perseguirlos judicialmente no atenta contra la libertad de expresión, pues dicho derecho se ejerce teniendo como límite el derecho de otros, en este caso el de la no discriminación.


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