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Opinión

No dejo de sorprenderme cada vez que leo en redes sociales a buenos hombres quejándose indignados de que su arrebato de “caballerosidad”, plasmado en ceder su asiento en algún vehículo de transporte público, fue rechazado por alguna mala y malagradecida mujer, seguramente influenciada por el nefasto feminismo o la maldita ideología de género. Ello buscando la solidaridad de sus congéneres y una palmada en la espalda por su gentil iniciativa.

Creo que siendo 2017 deberíamos ir dejando de lado al macho disfrazado de caballero. Lo que uno espera en la interacción social, tanto de hombres como de mujeres, es amabilidad y solidaridad. Y para que quede más claro, ninguna mujer tiene la obligación de aceptar un gesto de “caballerosidad” no solicitado o necesitado. No somos seres frágiles que son incapaces de permanecer en pie durante el trayecto. No aceptar que nos cedan el asiento no es una falta de respeto, es simplemente expresar nuestra voluntad. Si eso te ofende, el problema eres tú y no es feminismo.


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