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Opinión

“Necesitamos incrementar la transparencia sobre hitos claves no solo de la obra, sino de la supervisión”.

Lograr una reconstrucción sin corrupción parece ser uno de los pocos propósitos que hoy unen a los líderes del oficialismo y Fuerza Popular. No solo sus equipos trabajaron ‘codo a codo’ en la elaboración de la Ley de Reconstrucción, sino que ese es el objetivo concreto que Keiko Fujimori ha planteado abordar al presidente en su próxima reunión.

Es grato que los líderes políticos encuentren propósitos comunes, pero para romperle el espinazo a la corrupción, enquistada en la construcción y supervisión de obras ejecutadas como APP u obra pública (sí, en ambas), no basta con haber aprobado una buena ley y con que se ejecute una reconstrucción en la que estemos atentos a las bases, los estudios de ingeniería y las adendas.

Tras Lava Jato, todos mirarán las adendas. Eso está muy bien. ¿Pero qué hay de las acciones de supervisión en las que se incuba la corrupción? Recordemos que el ex presidente de Ositran Juan Carlos Zevallos está preso acusado de haber recibido coimas de Odebrecht para acelerar la emisión de los llamados Certificados por Avance de Obras, en los tramos 2 y 3 de la IIRSA Sur.

En esos casos, hay una empresa supervisora que emite un informe técnico, que es usado como base por Ositran para emitir su propio informe. Esto va al MTC, y es este quien aprueba los pagos por avances de obras. En el caso de los tramos 2 y 3 de la IIRSA Sur, la acusación a Zevallos es que este habría acelerado los plazos para que Ositran emita informes favorables para que el MTC pague al contratista. Y como estos casos, hay varios focos vinculados a la supervisión donde puede incubarse la corrupción.

Si de verdad queremos romperle el espinazo a la corrupción, y que la reconstrucción sea un caso de éxito, necesitamos incrementar la transparencia sobre hitos claves no solo de la obra, sino también de la supervisión. No hay otra manera de cambiar el statu quo.


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