16.ABR Martes, 2024
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Opinión

“Lo que me sorprende es la absoluta sumisión de la juventud, que ha aceptado, sin chistar, comentarios tan violentos contra ciertas minorías”.

La fe no entiende de razones, solo de lealtades. La campaña de lo rosadito y celestito ha devenido en una nueva bandera, a la que lo honesto sería añadirle el color naranja, pese a que esto no le haría ningún favor al movimiento religioso, ni al político. Lo cierto es que la motivación de la marcha se vició cuando el tema se politizó: un locutor de radio abiertamente machista y homofóbico decidió subir al estrado para pedirle a la lideresa naranja que saque a la ministra de educación. A ver, ¿cómo era? ¿No era una marcha contra el currículo escolar? ¿O era una marcha para empoderar a la señora naranja? Lo cierto es que a estas alturas ya da igual, porque el bravucón terminó sin auspicios y fue separado de la radio en que trabajaba, para ser absorbido con todos sus odios por otra, como era de esperarse.

Todo esto desvió el tema de atención de la marcha a otro nivel de escándalos, entonces el naranjismo y sus aliados, entre ellos el siempre oportunista doctor Pataditas, protestaron por lo que consideraban una intolerancia contra el derecho a opinar del locutor. Claro, ¿por qué no puede ejercer su “derecho” a promover la discriminación y maltrato a los homosexuales? El doctor Pataditas se hace la pregunta en el tuiter, pero eso no debe sorprendernos, si recordamos que antes de la masacre de Bagua les dijo a los aguarunas que eran ciudadanos de “segunda clase” (registrado en YouTube para los incrédulos).

Lo que me sorprende es la absoluta sumisión de la juventud, que ha aceptado, sin chistar, comentarios tan violentos contra ciertas minorías, por el simple hecho de ser distintos, sin razonar, como manda una secta religiosa a sus fieles, seguidores como ovejas de lo que dicen sus líderes, sin importar lo que contengan sus discursos.

La incondicionalidad en política no genera nada bueno, porque entonces los temas de fondo no interesarían. Por eso, para más escenas sicodélicas, vemos al congresista naranja decir, el martes, que no van a investigar al violador del Sodalicio… luego el miércoles que quizás sí porque eso ha dicho su lideresa… y luego el jueves otra vez que no, por lo mismo. Porque fue el hermano naranjito quien se ganó cierta simpatía cuando opinó a favor de investigar y, como todo aquí se trata de quién tiene el poder, la hermana naranja puso el grito en el cielo, y ahora más bien que se jodan los niños, quienes no están preparados para que se les hable de sexo (oh, qué terrible) y menos de igualdad, pero si un cura los viola, que se aguanten.


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