18.ABR Jueves, 2024
Lima
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Opinión

“Esta es la oportunidad para que el gobierno declare como intangibles todas las zonas que han sido cubiertas por el lodo de los huaicos”.

“Roba pero hace obra” es el lema que grafica un estilo de hacer política carente de valores y vocación de servicio que prioriza el beneficio individual por encima del bien común. Lamentablemente, es un estilo aplaudido por muchos ciudadanos, quienes, de manera pragmática, se enfocan solo en sí mismos sin pensar en los demás ni tampoco en el futuro. Este estilo de gobierno es el que nos trae consigo las graves consecuencias de las lluvias extremas y de los fenómenos meteorológicos potenciados por los efectos del cambio climático. Presupuestos públicos destinados a prevención y riesgos no han sido ni siquiera ejecutados. Obras públicas que no resisten a la naturaleza porque tampoco resisten el pago de la “comisión” que afectará la seguridad de los ciudadanos.

Las autoridades son responsables y deben ser investigadas y sancionadas cuando corresponda, pero también son responsables las empresas (sí, esas que se adjudican las licitaciones a punta de coimas) y los ingenieros que firman los planos a sabiendas de que están jugando con nuestras vidas. El caso del Puente Solidaridad es un ejemplo claro de un diseño innecesario y, además, mal implementado, cuya inversión se fue, literalmente, al agua. Un periodista me pedía contactos de ingenieros que quisieran declarar respecto al diseño estructural del puente. Uno de ellos le dijo que no lo haría pues la Municipalidad de Lima es su cliente. Sí, así de mezquino.

La corrupción no solo supera a la ingeniería cuando de grandes obras de infraestructura se trata. La corrupción y el populismo promueven la asignación de títulos de propiedad ahí donde no debe vivir nadie y consolida la ocupación a punta de instalación de obras y servicios que motivan a los ciudadanos a quedarse. La falta de planificación urbana que determine qué obras deben hacerse y dónde nos las está cobrando ahora. Sí, planificar implica invertir en estudios y diagnósticos, pero son justamente estos los que harán que se implementen bien las obras necesarias.

Luego de atender la emergencia, llegará el momento de la reconstrucción. Esta es la oportunidad para que el gobierno declare como intangibles todas las zonas que han sido cubiertas por el lodo de los huaicos y el agua de los ríos para que así puedan reconvertirse en nuevos territorios que tomen en cuenta los riesgos, el nivel de vulnerabilidad y prevean la fuerza de la naturaleza.

Las herramientas del Ordenamiento Territorial están a disposición y un reajuste de tierras deberá ser implementado. Esto no es popular, pero es necesario si no queremos volver a sufrir esta tragedia en 2037.


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