18.ABR Jueves, 2024
Lima
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Opinión

“Nada importa. Solo las ganas de mostrar obras. No importa que estén mal hechas o que nunca se terminen, lo importante es hacer la finta”.

El escándalo de los paraderos de los Corredores Complementarios mal diseñados y pésimamente ubicados compartido en medios y en redes sociales esta semana demuestra, una vez más, que nuestra capital está hecha al champazo. Ahí donde a algún iluminado se le ocurre poner algo, ahí se pone. No importa si es un paradero, un supermercado reemplazando un parque o un by-pass. Parece que la ciudad se construye a partir de un mapa impreso apoyado en una mesa y el dedo índice de la autoridad señalando un punto en el mismo acompañado de la expresión: “Aquí quiero que vaya [inserte usted la obra absurda de su preferencia]”. No hay ninguna consideración por el contexto urbano, por los usuarios del espacio, por las actividades que ahí se realizan, por los niveles de (in) seguridad. Nada importa. Solo las ganas de mostrar obras. No importa que estén mal hechas o que nunca se terminen, lo importante es hacer la finta.

La mala costumbre de desestimar los estudios y la planificación urbana genera una pérdida de recursos inmensa y reduce nuestra calidad de vida. Los ciudadanos nos vemos afectados diariamente por obras que se hunden, que no se concluyen, que afectan nuestros desplazamientos y que, sin más, nos hacen daño. El caso de los paraderos de los Corredores Complementarios es un ejemplo de mala gestión de la ciudad. En primer lugar, no se diseñan apropiadamente los paraderos, no se identifican los puntos donde estos serán colocados –debiendo considerarse espacios apropiados para facilitar los desplazamientos de los peatones incluyendo también a quienes tienen movilidad reducida– y, para colmo, se dejan las estructuras inconclusas a lo largo de toda la ciudad.

El mal diseño urbano no es solamente un asunto que afecta la estética de la ciudad. También pone en riesgo nuestras vidas y disminuye la eficiencia de la metrópoli. No por algo existen normas técnicas de diseño y, en otros países, los Códigos de Diseño determinan cómo deben construirse los distintos elementos del equipamiento urbano y las obras de infraestructura. El mal diseño de los paraderos fue denunciado en redes sociales por limeños preocupados y fastidiados por el absurdo de tener que caminar entre obstáculos por las ya casi inaccesibles veredas. Por suerte, los ciudadanos estamos cada vez más indignados con la gestión de nuestra ciudad y cada vez más exigentes con nuestras autoridades. Los limeños ya no nos quedamos callados y estamos hartos de que alcaldes improvisados nos sigan ofreciendo ciudades hechas al champazo.


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