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Opinión

“El peligro no está en posibles terremotos o incendios, el peligro se encuentra en pequeñas cosas que podrían haber sido prevenidas o mejor atendidas”.

Urbanista

Las ciudades son una aglomeración de personas, servicios, movimiento y recursos. Además, concentran la mayor cantidad de oportunidades pero también la mayor cantidad de riesgos. Con el crecimiento de un entorno urbano y sin la capacidad de implementar prácticas de planificación, la vulnerabilidad urbana se va agudizando y los ciudadanos nos exponemos al peligro de forma cotidiana.

En el 2012 escribí un artículo con motivo de una serie de incendios ocurridos en la capital. Lo ocurrido en Cantagallo y Larcomar confirma que lo ahí escrito sigue siendo, lamentablemente, muy vigente. ¿Qué tanto hemos avanzado en 4 años? ¿Sabe usted si la capital o su distrito tienen un plan de emergencia? Y si es así, ¿lo conoce? ¿Sabe qué funcionario es el vocero autorizado? ¿Sabe cuáles son los lugares de refugio en caso de una emergencia? Seguramente, la mayoría no lo sabe y ese es el primer problema.

A la escasez de recursos municipales para invertir en actividades de prevención se le suma el desinterés de varias empresas privadas en la seguridad de sus instalaciones, tanto para sus empleados como para sus clientes. Reflexione acerca de cuándo fue la última vez que participó en una charla de seguridad laboral y si se la tomó en serio o la aprovechó para no trabajar. Además, el peligro no está en posibles terremotos o incendios, el peligro se encuentra en pequeñas cosas que podrían haber sido prevenidas o que podrían haber sido mejor atendidas de haber estado preparados y saber cómo actuar.

Yo nunca olvidaré al niño pequeño que murió ahogado en un edificio sin que ni los vecinos, ni porteros pudieran auxiliarlo, pues nadie sabía cómo aplicar correctamente la maniobra de Heimlich.

¿Qué debemos hacer? En primer lugar, ser más exigentes con nuestras autoridades y con las empresas a las que les consumimos productos o servicios. Además, hay que ser más exigentes en nuestras propias empresas y viviendas (¿tienes listo tu maletín de emergencia?) y nunca hay que tomarnos a la broma las medidas de seguridad.

Las investigaciones esclarecerán las responsabilidades y las sanciones, pero nada de eso hará que las familias que han perdido a sus seres queridos se sientan mejor. No es justo que uno vaya a trabajar y no sepa si ese día volverá a casa, ya sea porque un accidente vial le arrebata la vida o porque una negligencia impide que se activen los aspersores de agua en un maldito incendio.


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