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Opinión

El jueves pasado fue elegido el nuevo presidente de la Cámara de Diputados. Este cargo es el segundo más importante en la jerarquía política brasileña, solo después del presidente de la República. Como Michel Temer no tiene vicepresidente, sería el presidente de la Cámara de Diputados quien lo sustituiría en caso de ser necesario.

El elegido ha sido Rodrigo Maia, del Partido de los Demócratas (DEM), ex Partido del Frente Liberal. El Partido de los Trabajadores (PT) no participó en la segunda vuelta, pues quedó fuera de carrera con solo 70 votos en la primera vuelta. El otro perdedor fue el ex presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, quien no logró instaurar un aliado suyo en donde él reinaba hasta solo 11 días atrás. Esta elección cierra la polarización “Dilma versus Cunha” que favorecía a Dilma por la imagen de corrupto de Cunha.

El ganador es Temer, pues consolida su coalición de gobierno y dificulta al PT articular nuevas alianzas cuando solo faltan cinco semanas para la segunda votación del impeachment en el Senado y Dilma necesita revertir el resultado anterior o será destituida definitivamente.

En sus dos meses de gobierno, Temer ha tenido logros importantes, revirtiendo el clima de pesimismo y permitiendo que el Bovespa, la bolsa de Sao Paulo, suba un 12%. Pareciera, además, que después de dos años, la crisis ha tocado fondo y que lo que se viene es una lenta recuperación.

La tensión política va a crecer en las próximas semanas, pues la decisión final del Senado va a tener implicaciones serias. Si Dilma es destituida, la recuperación continúa; si Dilma vuelve, el Brasil regresa con ella a la era PT, pero con mayor polarización política y social.


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