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Ni masculino, ni femenino ni gay: Amor

Julio Carmona, Óscar Sándiga, ‘Pachi’ Valleriestra y Bibiana Melzi, nos demuestran que si hay un sentimiento capaz de enfrentarse a todo tabú.

Ambos aceptaron su homosexualidad durante su adolescencia. (Perú21)

Julio tiene 54 años; Óscar, 31. Se conocieron hace ocho años y, a los tres
meses, decidieron vivir juntos. Desde entonces, no se han separado. ¿La razón? Encontraron juntos el amor.

‘Bibi’ y ‘Pachi’ vivieron juntas durante ocho años. Luego, se separaron y cada una hizo su vida. Después de cinco años, retomaron su relación. ¿La razón? Se dieron cuenta de que nunca dejaron de amarse.

Sí, el amor existe; sin embargo, para el Estado Peruano y sus leyes, sus relaciones son reales, pero legalmente no existen; esto significa que su amor es invisible. Sí, para el Estado Peruano, el amor solo es heterosexual.

ELLOS
Julio Carmona y su pareja, Óscar Sándiga, viven y trabajan juntos. Dicen no aburrirse. Tienen una empresa vinculada con la aviación. Comparten las tareas de la casa; no creen en roles ‘masculinos’ o ‘femeninos’, por lo que cada uno hace lo que más le gusta. “Un día tendí la cama y ordené la casa de acuerdo con mi criterio… A Óscar no le gustó. No nos hicimos dramas y, desde entonces, él se encarga de esas tareas, no por imposición o desgano, sino por el placer de hacerlo”, cuenta Julio.

Ambos asumieron su homosexualidad siendo adolescentes. Ambos tuvieron algún flirteo con alguna chica, pero su orientación no iba por ese lado. El padre de Julio es militar; el de Óscar, policía. Julio le contó a su padre que era homosexual cuando tenía 24 años y se fue a vivir con su pareja de entonces. “Te deseo suerte”, le dijo. No fue fácil, pero nunca hubo melodrama. Óscar no creció con su padre sino con su tía: su madre murió cuando él tenía un año. Su hermano, tres años mayor y fallecido por un cáncer, también era homosexual. Esto le ayudó a asumir su condición.

Su tía nunca se hizo dramas, su padre tuvo que aceptar lo que Óscar era: una persona normal. “Somos libres. No nos hemos sentido discriminados, pero esto ha ocurrido porque somos independientes económicamente, porque tenemos un negocio propio. En el edificio donde vivimos, somos los mejores vecinos, nuestras familias nos quieren y nuestras relaciones sociales fluyen. Pero tampoco queremos cegarnos: nuestro caso no es el de la mayoría”.

Óscar nos relata lo siguiente: “El año pasado Julio se puso mal. Hubo sospecha de un cáncer y, si hubiera sido así, su muerte era casi inmediata. Tuvimos que poner la empresa a mi nombre para no quedarme desprotegido, pues, si Julio fallecía, yo no iba a heredar nada, a pesar de haberlo construido todo juntos.
Así de injusta es la legislación peruana”. “Por eso creamos el colectivo Libertad y Dignidad”, prosigue Julio, “que lucha por los derechos de los homosexuales. La sociedad peruana necesita, primero, sensibilizarse con respecto a nuestra situación; luego vendrá la educación.

Somos católicos, pero la Iglesia local no nos representa. Lo antinatural es el celibato, no el amor. ¿Casarnos? Sí, pero no fuera, queremos hacerlo en nuestro país; y en la lucha de ese derecho que nos corresponde estamos”.

ELLAS
Bibiana se reconoce lesbiana; ‘Pachi’, bisexual. Bibiana salió alguna vez con un chico, pero no la pasó bien. A ‘Pachi’ le gustan los hombres, formaron parte de su historia afectiva, pero siente que su más grande afecto, que su amor más intenso, lo vivió con Bibiana.

Bibiana la reconoce como el amor de su vida. Compartieron cotidianidad y casa durante ocho años. Luego, dolorosamente, se separaron. Son dos mujeres de carácter, pero nunca perdieron contacto. *Después de haber estado 5 años
separadas* –y salir con otras personas–, hace dos meses decidieron retomar su relación. Todavía no viven juntas. Bibiana dice que siempre fue muy deportista, muy atlética, un tanto tosca y masculina en sus gestos.

“No me gustan los vestidos, pero sí el pelo largo y los tacos. Pero no creo en los roles ‘masculinos’ o ‘femeninos’. Yo soy una mujer a la que le gustan las mujeres. Tan simple como eso”.

“El hogar tradicional, ese tipo familia Ingalls, donde hay papá y mamá e hijitos, es lo menos tradicional que existe. El 50% de los niños peruanos no vive con sus padres”, agrega ‘Pachi’.

“Nosotros luchamos contra todo estereotipo, contra la hipocresía y la depresión. Dentro de los homosexuales, hay buenas y malas personas, librepensadores y homofóbicos, racistas y clasistas. Ser parte de una minoría no te hace especial. Por eso, si algo reclamamos es igualdad”, agregan.

Y es verdad. ¿Cuál es la gran diferencia entre un homosexual y un heterosexual? Un acto íntimo, privado: el sexo. ¿Por qué quien desea hacer el amor con una
persona de su mismo sexo debe ser discriminado? ¿Por qué no se le reconoce derechos que, supuestamente, todos tenemos solo por el hecho de haber nacido?

“En el Perú, los homosexuales vivimos algo peor que la discriminación: somos invisibles. Para las leyes peruanas, simplemente no existimos. No hay ninguna norma, de ningún rango –salvo una ordenanza municipal dada por Susana Villarán–, que considere nuestra situación.

No se sabe cuántos somos, qué necesidades tenemos, qué sentimos. Para el INEI y su censo, simplemente no existimos: un absurdo total. Es más, tenemos un Poder Judicial homofóbico, que vincula prácticas delictivas con la condición homosexual. En términos legales, el Perú vive en el medioevo”.

POR LA LIBERTAD
“¿Por qué han decidido dar la cara, manifestar su condición de homosexuales en una sociedad que discrimina?”, les preguntamos a Julio y a Óscar. “Porque, mostrando nuestro amor, luchamos por la libertad, y porque no podemos caminar por la calle encerrados en una jaula llamada prejuicio”, responden.

Sí, su lucha debe ser la nuestra, porque es una pelea por la libertad.


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