En 2005, Jacinto Aucayari Bellido, conocido como ‘El Cholo Jacinto’ se salvó de la cadena perpetua al confesar sus delitos como cabecilla de la banda ‘Los Injertos del Fundo Oquendo’. Pero la muerte lo alcanzó hoy, a los 50 años, luego de una dolorosa enfermedad que se prolongó por meses.
¿Quién era este avezado hampón? Su historial delincuencial es de película. El asesino y secuestrador recibió una condena de 27 años de prisión por el secuestro de Olga Salazar Banchero y el asesinato del ganadero Drago Bosovich y diversos asaltos a entidades bancarias cometidos en el 2001. Pero llegar a prisión no fue el final para él, pues desde allí, según fuentes policiales y diversos reportes periodísticos, operaba con total tranquilidad.
Entre sus delitos se recuerda el asalto a una camioneta de Centromin en plena Vía Expresa, en 1993, y el secuestro de la esposa del empresario Adam Pollack, amigo personal del ex presidente Alejandro Toledo.
Nació un 27 de julio de 1967. Creció en el ex fundo Oquendo, en la carretera de Ventanilla. Fue durante su adolescencia que se convirtió en un chico violento, capaz de todo. Y en la década de los 90 ya era reconocido como el más sanguinario de los delincuentes de la época. Fue parte de la temible banda ‘Los Destructores’.
Entrevistado por ‘La Ventana Indiscreta’, el hampón dijo que estaba escribiendo sobre su vida. Contó que la falta de su padre, desde los seis años, fue determinante, que esa ausencia lo golpeó tan duro que se convirtió en un ‘monstruo’. Su madre y sus medios hermanos no lo querían, al menos eso dijo.
En aquella entrevista de 2009, el temible delincuente, con la voz quebrada y la mirada triste, parecía arrepentido de sus crímenes. Pero en 2014, se supo que Jacinto Aucayari Bellido, desde el penal de Challapalca, Puno, elaboraba un plan para secuestrar en Lima al congresista Richard Acuña.
En el cerro La Regla, cerca del fundo Oquendo, este sujeto ingresó al mundo del hampa. Primero era un carterista más. Casi inofensivo. Pero luego adquirió carácter y fuerza. Se impuso. Era el cabecilla. A los 16 años ya tenía su primer muerto: mató a un viejo rival. Entonces descubrió que la muerte no le aterraba.
Sangre fría
Tras pasar por Maranguita, el Ejército y el penal Miguel Castro Castro, y protagonizar una fuga vestido de policía, este sujeto comenzó a convertirse en leyenda para el mundo del hampa, y para la misma policía. Su crueldad ya era conocida. Su sangre fría. Era el terror de los cambistas de Ocoña, de los empresarios y de los negocios más prósperos.
‘Cholo Jacinto’ parecía imposible de atrapar. Pero un día cayó. Lo que realmente detuvo su accionar criminal no fueron los barrotes. Fue la enfermedad, ese dolor incontenible en la próstata. Aunque muchas veces se declaró arrepentido, lo cierto es que este hombre caía una y otra vez a las andadas criminales.
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