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Tía María: En la provincia de Islay se vive un estado de miedo

Pese a la aparente tranquilidad, la presencia militar mantiene en zozobra a los habitantes.

Las Fuerzas Armadas mantienen el orden y control en los bastiones antimineros. (Miguel Idme)
Las Fuerzas Armadas mantienen el orden y control en los bastiones antimineros. (Miguel Idme)

Hace 16 días, el 22 de mayo, se decretó el estado de emergencia en la provincia de Islay, que se había convertido en un convulso escenario por las protestas contra el proyecto minero Tía María. Ahora el panorama es distinto. Los policías y militares se han encargado de suprimir las manifestaciones; ya no hay violencia, pero la calma es tensa y una sensación de miedo se ha apoderado de la gente, que apoya o rechaza la propuesta de Southern Perú.

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En las calles ya no están los montículos de tierra, piedras, palos y llantas quemadas que desde el 23 marzo colocaron los antimineros. Pero en cientos de casas siguen ondeando banderolas con la frase ‘agro sí, mina no’.

Los foráneos ya pueden ingresar al valle de Tambo sin tener que pagar cupos, y sin temor a ser agredidos por los ‘espartambos’. Todos los servicios, comercios, transporte, la actividad agrícola y estudiantil se desarrollan con normalidad. Pero la gente ya no se siente como en casa.

En Cocachacra, Punta de Bombón y Deán Valdivia, focos del conflicto social, los habitantes sienten que sus distritos ya no son los mismos desde el estado de emergencia. La presencia de más de tres mil policías y mil militares los mantiene en zozobra.

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El miedo en quienes participaron en las protestas es evidente, pues temen ser intervenidos en las rondas de la Policía y de los militares. De noche las calles están vacías.

Ellos dicen que “la Policía entra a las casas a llevarse a los varones, también hostiliza a los vehículos que trasladaban a los manifestantes. No podemos hacer cacerolazos porque los agentes nos insultan y nos apuntan con su arma”, cuenta una mujer que, pese a todo, advierte que las protestas continuarán cuando acabe el estado de emergencia. Aunque la ciudadanía asegura que hay excesos de la Policía, ante la Fiscalía no se ha presentado ninguna denuncia formal de abuso.

El jefe del Estado Mayor de la Región Policial de Arequipa, coronel Manuel Echegaray, asegura que los policías no están cometiendo excesos y aclaró que, obviamente, no se permiten cacerolazos por el estado de emergencia. “La gente no tiene por qué tener miedo, estamos actuando de acuerdo a ley. Las personas que se quejan saben que han cometido algún delito y deberán hacerse responsables por ello”, advirtió.

El alcalde de Cocachacra, Helar Valencia, también muestra algún temor y prefiere no darnos una entrevista. “Hay un estado de emergencia y prefiero ser cauto”, dice.

Quienes están a favor de Tía María creen que la tranquilidad será fugaz. “No toda la vida vamos a estar en un estado de emergencia; cuando la Policía se vaya, temo que regresen las protestas y vuelvan a atacar mi vivienda”, sostiene una mujer en Punta de Bombón.


ESCOLARES NERVIOSOS
Habla César Aguilar, Director del colegio Ciro Alegría, en Deán Valdivia

“La cantidad de alumnos en el colegio fue incrementándose desde el 1 de junio, pero aún falta que regresen algunos de cuarto y quinto de secundaria. Sus padres cuentan que ellos tienen temor de que la Policía los pueda intervenir, pero nosotros hemos indagado y no tenemos pruebas de que haya algún tipo de hostigamiento.

Es preocupante la situación emocional de los escolares porque los primeros días estuvieron a la defensiva, inclusive con los trabajadores de la institución. La psicóloga detectó que hay nerviosismo y falta de confianza en las personas, a tal punto que hasta pensaron que ella era trabajadora de otro sector y no de Educación. Sin embargo, ya hemos ido aclarando ese tema y estamos trabajando para recuperar el aspecto emocional.

No hemos notado que los escolares estén agresivos, pero sí están temerosos y nerviosos. Nos hemos reunido con el ministro de Educación (Jaime Saavedra) y le hemos pedido que conversen con el Ministerio del Interior para que puedan cambiar las estrategias. Queremos que la Policía no esté muy próxima a nuestras instituciones educativas.

La declaratoria de estado de emergencia no ha sido una solución. Al contrario, es una situación que hace que todos vivamos en zozobra. Nuestros estudiantes no tienen la tranquilidad, porque muchos de los padres de familia nos han contado que sus hijos mayores no están descansando en sus domicilios, sino que en la noche salen a pernoctar al río, en las chacras o incluso en la parte del desierto”.

“TEMO QUE ATAQUEN DE NUEVO A MI CASA”
Habitante de Punta de Bombón

“El estado de emergencia por lo menos ha dado paz al valle, que estuvo muy convulsionado por las violentas protestas. Las agresiones eran todos los días. Mi casa fue una de las atacadas porque mi hermano pertenece al colectivo que apoya a Tía María. Por eso es que tuve que irme a Arequipa, a vivir en la casa de mi suegro.

Yo respeto las protestas y el gobierno debe solucionar de una vez este problema, pero sin más actitudes de violencia, ya sea que apruebe o cancele el proyecto de la empresa Southern Perú. Lo que pasa es que no toda la vida vamos a estar en un estado de emergencia. Los policías en algún momento se irán y temo que regresen las protestas y de nuevo ataquen mi casa”.

“NO SOMOS TERRORISTAS”
Haydé, ciudadana del distrito de Cocachacra

“Cuando fue el paro macrorregional, estuvimos cinco personas en la calle con nuestras banderitas y cacerolas y la Policía vino de frente hacia mí y me dijo: ‘Tú eres otra delincuente más’, y otro dijo ‘Grábala, es otra delincuente’ y me apuntaron con el arma. A otra compañera la quisieron ahorcar y nos gritaron: ‘Ustedes han perdido sus derechos, aquí podemos matarlas y no pasa nada’.

Yo me siento traumada y asustada, no puedo ni salir a la calle en la noche, como solía hacerlo para hacer mis cobranzas, porque trabajo en el mercado. Cocachacra era un pueblo tranquilo y pacífico, pero ahora es un distrito presionado por los policías. No sé qué tiene el señor (presidente) Ollanta Humala. ¿Hasta cuándo nos va a tener así?, ¿hasta cuándo se va a olvidar de nosotros?

Somos presos de la Policía, nos sentimos secuestrados por culpa de Ollanta. La señorita Yamila (gobernadora de Arequipa), siendo mujer, vino aquí al mercado, me dio la mano a mí también y le hemos apoyado, pero ¿para qué?, ¿para que nos dé la espalda de esa forma y nos ignore? Somos madres de familia, luchadoras, pero no terroristas”.

“ELLOS SE SIENTEN TRIUNFADORES AHORA”
María solo espera que acabe la emergencia

“Salimos a los cacerolazos y nos quitan nuestras cacerolas, estamos reunidos entre tres o cuatro personas y la Policía viene y nos insulta sin medida. Un día ingresaron a la vivienda de mi vecino pateando la puerta y han querido sacar al caballero que vivía ahí. A mí me quitaron mi cacerola violentamente y me dijeron: ¿ no comprendes que estamos en estado de emergencia?

Nos quieren imponer el proyecto, se sienten triunfadores ahora porque hoy no podemos movernos. No podemos hacer nada, no podemos movilizarnos. Ellos se deben sentir triunfantes, pero no es así, nosotros simplemente esperamos que se pasen los 60 días del estado de emergencia para seguir en lo mismo.

Vamos a continuar protestando masivamente y de forma pacífica para decir que no queremos la minería. No queremos diálogo, nosotros solo pedimos que se vaya la minería”.

Miguel Idme (midme@peru21.com)


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