Mijail Palacios Yábar
@mijailpy
En el verano, en Mermaid Avenue, en Coney Island, Brooklyn, los vecinos sacan a la calle parte de su tradición musical. En esa misma avenida vive el trompetista peruano Gabriel Alegría, quien es parte de una generación dorada de músicos que también la conforman Hugo Alcázar, César Peredo, Andrés Prado y José Luis Madueño, entre otros.
Desde los parlantes, retumban los bajos que llaman la atención del jazzista limeño. En esa calle también tiene lugar el Mermaid Parade, que es una tradición de 100 años de comparsas callejeras.
En Lima, en días de la colonia, existía el son de los diablos, un desfile por las calles de demonios simulados. “Yo alucinaba qué pasaría si el son de los diablos cae en medio de esa celebración en Brooklyn. La gente se quedaría sorprendida”, nos dice el músico.
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Nutrido de esas experiencias, nació su nuevo disco ‘Diablo en Brooklyn’ y el espectáculo de presentación del álbum que dará esta noche con la Afro-Peruvian Sextet, donde incluye bailarines vestidos de diablos tratando de convertir a los músicos en demonios. Un show que integra música y danza.
El concierto será, a las 8 p.m., en el Centro Cultural Cine Olaya (Av. José Olaya 645, Chorrillos). Además, dará dos conciertos (sin bailarines): el viernes en el Cocodrilo Verde (Francisco de Paula Camino 226, Miraflores) y el lunes 21 en El Paradero (Jr. León Velarde 982, Lince).
EL DIABLO TRUMP
Le preguntamos a Gabriel Alegría si considera que, en tiempos de Donald Trump, su propuesta adquiere un simbolismo mayor.
“Ha tenido impacto sobre todo en Nueva York. Han pedido dos noches de presentación del disco en un teatro en medio de Brooklyn. También lo vamos a presentar en Indiana, compartiendo cartel con Esperanza Spalding y Wynton Marsalis. Al parecer, tenemos una propuesta cultural que a ese ámbito le interesa mucho justo en estas circunstancias (políticas)”, responde.
MÚSICA DE RAÍZ
Pero, ¿cómo se da la conexión entre el jazz y la música afroperuana? El nieto del escritor Ciro Alegría nos explica que entre ambas músicas hay simbiosis en dos niveles: lo técnico, que el jazz y lo afroperuano vienen de África, tienen raíces rítmicas en común; y en segundo lugar, que hay una conexión vivencial.
“Donde el sentimiento de la música criolla se expresa, por ejemplo, con guapeos, algo que también está presente en partes de la historia del jazz, principalmente antes de los años 40, cuando el jazz se bailaba, donde había una interacción con el público muy parecida al que encuentras hoy en una peña”, explica el trompetista.
El jazz en sus inicios, en Nueva Orleans, fue criollo. Latinos, europeos y negros forjaron esta música. Hoy, en otro siglo, Gabriel Alegría vuelve a esa esencia a través del jazz afroperuano. Hay fiesta.
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