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Opinión: 2014, un año para ser escuchado

Vivimos la profesionalización de la autogestión, donde la música se afirma como trabajo digno.

Lima Vive Rock. Este festival es parte de la gestión pública que Riveros destaca en 2014. (Fanpage Lima Vive Rock)
Lima Vive Rock. Este festival es parte de la gestión pública que Riveros destaca en 2014. (Fanpage Lima Vive Rock)

Este año se vivió la convergencia de diversas escuelas de la música en el Perú. A las tradiciones de nuestros pueblos originarios: andinos, amazónicos y afroperuanos, se suman sonoridades de circulación global.

En la actualidad, las agrupaciones musicales peruanas son libres e independientes, por la voluntad general de sus gestores y por las circunstancias históricas. Los músicos peruanos abrazan la independencia con convicción o por contingencia. Porque lo disfrutan, o porque esa es la manera de hacer música en el Perú.

Tras la masificación de la escena subterránea entre los 90 y la primera década del siglo, la escuela de los 60 y 70 (cuando el rock era moda y las disqueras reclutaban bandas peruanas) y la escuela subterránea de los 80 (cuando el rock fue crudo testimonio de la violencia política y se forjó desde la autogestión) conviven.

El 2014 ha sido un año de transición en el cual esas diversas escuelas sentaron precedentes para las futuras reglas de juego. Vivimos la profesionalización de la autogestión, donde la música se afirma como trabajo digno.

Las primeras generaciones de egresados de las escuelas universitarias de música tienen que aprender de las lecciones de autogestión del pasado.

La gestión cultural pública está saldando deudas históricas con experiencias como la ordenanza de Cultura Viva Comunitaria, o el esfuerzo del Ministerio de Cultura en desarrollar un sistema nacional de música para mapear la diversidad de agentes musicales.

Las corporaciones radiales comienzan a tener apertura y lo peruano suena por su calidad. A su vez, los medios digitales exploran la diversidad y afirman: no hay que escucharlos solo por ser peruanos.

Las producciones musicales son cada vez de mayor calidad; ahora depende del público buscar, disfrutar y apoyar a las nuevas propuestas. En un contexto de cadenas productivas rotas, se va abriendo la posibilidad de construir una nueva industria musical en el Perú. Una industria donde el país se refleje a sí mismo, con sano orgullo.

Por Camilo Riveros Vásquez (Antropólogo / Sonidos.pe)


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