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Rápidos y Furiosos 8 (o cómo satisfacer con el mínimo esfuerzo) [Reseña sin spoilers]

En su primera prueba sin Paul Walker, la cinta de acción recurre a la traición para guiar la trama. Los autos y las explosionen brindan el escenario perfecto.

(Imbd)
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Pablo Vilcachagua

Pablo Vilcachagua

@pablovil

La saga de ‘Rápidos y furiosos’ hace tiempo dejó de ser solo una película. Con ocho entregas, una más exitosa que la otra, se ha convertido en una marca, que a punta de autos lujosos y misiones imposibles ya tiene un público capaz de llenar salas enteras.

En ‘Rápidos y Furiosos 8’ (The fate of the furious) Cuba sorprende. La isla entera ya se había emocionado un año antes cuando Vin Diesel llegó para iniciar las grabaciones en su cuota de aplicar un sello latino a la cinta. “Cuando estuve aquí hace casi 17 años atrás prometí traer algo, dijo aquella vez en medio de la atención de todo un país. Doce meses después Diesel cumplió, pero lo hizo al pie de la letra. Trajo “algo” y solo eso. La Habana se desaprovecha, puede ser cualquier lugar y a la vez ninguno. Solo sirve para que Dominic Toretto (Vin Diesel) y Cipher (Charlize Theron) se encuentren para dar inicio a la tan publicitada traición.

Mención aparte son las innecesarias enormes letras que dan la referencia de en qué ciudad nos encontramos. ¿Por qué subestimar el entendimiento del espectador? La Habana, Berlín y Nueva York no son tan difíciles de reconocer.

Pero aquí también hay que detenerse. Desde que Rápidos y Furiosos descubrió que junto a las carreras podría explotar también el significado de familia y todo lo que conlleva ello, no ha parado de explotarlo. El tráiler ya nos avisaba de una traición y Toretto fue el elegido. El inquebrantable líder de la manada daría la espalda y qué mejor grito de guerra que lanzándole un puyazo directo a Hobbs (Dwayne Johnson).

Sin Dom, Hobbs asume el liderazgo del grupo. (Universal)

¿Pero qué sería capaz de hacerlo traicionar? Varios críticos han recordado que tras ‘Reto’ Tokio, la rara tercera cinta de la saga, las siguientes películas siempre se dirigieron hacia ella, teniendo un fin, una historia. Sin embargo, ya con la octava encima, la trama tenía que cambiar. Cipher encuentra a Toretto y en menos de dos minutos lo convence de cambiar de rumbo. La razón será revelada más adelante y nos parece justa. Lo que nos intriga es la fácil aceptación por parte de sus amigos que su líder se encuentra en la vereda del frente. Solo Letty (Michelle Rodriguez) se resiste a aceptarlo pero eso solo dura unos segundos. La nueva misión es atraparlo y quién sabe, matarlo. Cero conflictos, cero cuestionamientos, cero dudas. Toretto es el nuevo enemigo y hay que atraparlo. La familia –eso que llega a repetirse hasta 10 veces antes de la mitad de la cinta– desaparece.

La producción sabía que solo Brian O’Conner (Paul Walker) era capaz de asumir el papel principal en caso de que Toretto falle. Ahora Brian no está y nadie puede recurrir a él (atención al comentario de Letty al respecto). Para suerte de la producción está Hobbs. Dwayne Johnson equilibra un equipo donde los secundarios están limitados solo a soltar bromas. Vuelve también Deckar (Jason Statham) en lo que nos parece el mejor acierto de la cinta. Lo malo es que lo hace convertido en un salvador y es el protagonista de una escena de abundantes risas que luego nos hace preguntarnos si en verdad es ese villano que en ‘Rápidos y Furiosos 7’ mandó Hobbs al hospital.

Los ojos verdes de Charlize Theron nunca pasarán desapercibidos, pero ella, como Cipher, nunca logra poner en verdaderos aprietos al grupo. Es difícil creer que realmente lidera la compañía de hackers más grande del mundo y que hasta Anonymous le guarda respeto. Nunca llegamos a entender tampoco por qué necesita a Toretto y no a cualquier otro asesino.

Desde el inicio se esperaba que la cinta tuviera un final feliz y fue así. Salvo una muerte, los personajes nunca llegan a sufrir, ni siquiera a creer que todo está perdido. ¿Qué puede atemorizar a un grupo de muchachos solteros y millonarios que cambian de autos sin problemas?

Statham y Johnson, lo mejor de la cinta. (Universal)

Rápidos y Furiosos 8 es una cinta de acción y solo un poco más. Las explosiones abundan y los autos lujosos cumplen las expectativas. Mención especial, merece la última batalla, con submarino incluido, que hace imaginar que en cualquier momento aparece James Bond. Por otro lado, la escena final (cuando ya todos están a salvo) tiene un fino homenaje al desaparecido Paul Walker.

Vin Diesel ya anunció que faltan al menos dos películas más para que la historia termine y las reseñas no cambiarán ni un milímetro a lo que ya tiene pensado. La familia continuará siendo la excusa perfecta para que los problemas aparezcan y no hay de qué preocuparse, todo ya está resuelto. Esperemos que se reinvente.

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