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Raúl del Busto: “‘El espacio entre las cosas’ no es un filme para intelectuales”

El director peruano estrena en cartelera una película distinta, audaz, y habla de su obra en esta entrevista.

Este es el segundo largometraje de Del Busto. (Foto: Cinencuentro)
Este es el segundo largometraje de Del Busto. (Foto: Cinencuentro)

La historia del cine peruano empieza a existir. Durante los últimos años, destacables filmes nacionales han demostrado que, a pesar de que hacer cine en el Perú es como cazar narval en el desierto, por difícil no es imposible. El talento y la voluntad de gesta han dado valientes y notables resultados.

Este es uno de ellos. ‘El espacio entre las cosas’ es única, al ser una de las películas peruanas más arriesgadas y la primera de su tipo en llegar a los multicines. Suena increíble, pero es tan cierto como que la pueden ir a ver hoy mismo, y subirse a un filme que es un viaje, una ruptura con todos los modelos cinematográficos que el público nacional está acostumbrado a ver.

Sobre ella, el ganador de la Palma de Oro en Cannes, Apichatpong Weerasethakul, dijo: “Por momentos sentí que mis sueños saltaban a la pantalla. Es un bello poema de un director joven”. La cinta se hizo con una mención honrosa en la competencia internacional del festival Lima Independiente. Además, su estreno en el circuito comercial habría sido imposible sin el premio del Concurso de Proyectos para Distribución del Ministerio de Cultura, en el que resultó ganadora.

Razones sobran para ver ‘El espacio entre las cosas’, y su director, Raúl del Busto, habló un poco de ellas.

Podemos decir que, literalmente, ‘El espacio entre las cosas’ nace de las ‘Cenizas’, aquella película truncada por la absurda dificultad de hacer cine en el circuito oficial del Perú. Para comprenderla es necesario conocer su origen. Cuéntanos un poco sobre ello.
Ahora que lo veo a la distancia, tiene un sentido. El guion de ‘Cenizas’ que se estaba moviendo de una forma tan positiva, en un momento se comenzó a quedar, y ante esa desesperación es que surge la reacción de hacer esta película. Yo me metí en el cine por el asunto de estar con una cámara, no tanto de pasar tiempo frente a un papel. Estaba perdiendo esa fascinación que me había llevado al cine. Si existiera ‘Cenizas’, no existiría ‘El espacio entre las cosas’. Esta película nace de la frustración del circuito oficial, de festivales y concursos que te van condicionando: correcciones de guion, cómo tiene que ser el tratamiento, y creo que eso mina mucho la visión de un director, que no tiene que ser sustentada de forma racional. Su génesis es mucho más visceral, primigenia, va mucho más allá de la intelectualidad, y creo que ‘El espacio entre las cosas’ me ha despertado el deseo de enfrentarme a mi oficio como director, sin meterme en líos mentales, vaciándome un poco la cabeza y sorprendiéndome con todo.

Como director, en contraste a tu trabajo anterior, esta película supone una ruptura radical. ¿Este cambio tiene una motivación personal o es un grito de anarquía contra los modelos del cine y las admiraciones personales?
Valoro mucho los escritos de Bresson y sus películas, pero en este instante siento que ese es un encorsetamiento. Ser prisionero de una creencia es un límite muy fuerte. De alguna forma, este sistema del circuito oficial y festivales te obliga a tener un orden y parámetros rígidos, y eso le quita una vida muy grande al trabajo, impide el nacimiento del caos. ¿Qué libertad puede haber en el orden? Si ya tienes una idea de qué va a ser tu película, sigue siendo un remolque de lo que es la literatura o el teatro, es un trabajo que ilustra; yo no soy nadie para condenar, pero mi visión no es ilustrar, sino penetrar, vivir la novedad, la sorpresa. El propósito de este estreno es poner la sala de cine como una cabina de avión, que sea un espacio para llevar al espectador hacia otro lugar, a ese mundo onírico, inconsciente, de las emociones, donde se dejan atrás los condicionamientos. Todas estas creencias: los dogmas del cine, la religión y la filosofía son condicionamientos que aprisionan, porque estás mirando el prisma de otra persona. Hay que vivir las cosas por experiencia directa, llegar a nuestras propias conjeturas: buenas, malas, pero nuestras. Y creo que eso es lo más importante: no ceder ante la creencias de otros. Todo el mundo viene solo, y hay que hacerse responsable de interpretar esta vida, el arte es parte de eso.

La entrevista completa en el blog Plano Cerrado.


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