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El Big Ben ahora es la Torre de Isabel

Uno de los monumentos más reconocibles de Londres fue ‘rebautizado’ en honor a la soberana inglesa, a propósito de sus 60 años de ascensión al trono.

(AP)
(AP)

El Big Ben, uno de los monumentos más históricos y reconocibles de Londres, se llamará desde hoy la Torre de Isabel, en honor a la reina de Inglaterra que en junio pasado cumplió 60 años en el trono.

El presidente de la Cámara de los Comunes, el conservador John Bercow, ofició una ceremonia al pie de la que hasta ahora se llamaba la Torre del Reloj, ubicada en una de las alas del Palacio de Westminster, para rebautizarla con el nombre de la monarca británica de 86 años.

La torre del reloj londinense es conocida popularmente como Big Ben, que es en realidad el nombre de la gran campana de 16 toneladas que corona la atalaya de 96 metros de altura.

El impulsor de la iniciativa para cambiar el nombre del monumento es el conservador Tobias Ellwood, quien buscó apoyos durante tres meses entre los parlamentarios para reconocer de esta manera el “largo y constante servicio al país” de Isabel II.

Asimismo, el monumento ha acaparado las portadas de los diarios británicos en este año, luego de que se hiciera público que está torcida unos 0.26 grados o, lo que es lo mismo, que su parte más alta se ha desplazado 43.5 centímetros respecto a la perpendicular.

Los estudios sobre el edificio, que fue comparado con la Torre de Pisa por los medios locales, siguen adelante para determinar hasta qué punto el constante hundimiento de los cimientos de Westminster hacia el cercano río Támesis supone un riesgo para la seguridad.

El otro motivo de polémica alrededor de la edificación fue la propuesta de un diputado liberaldemócrata para cobrar 15 libras (18 euros) de entrada a los turistas y visitantes que quieran ascender los 334 escalones que llevan a lo alto de la torre con la finalidad de recolectar las 93,000 libras (110,000 euros) que cuesta anualmente su mantenimiento.

El Parlamento, sin embargo, se negó a obtener un beneficio económico de las visitas al que consideran un “símbolo de la democracia” británica. Para visitar la Torre de Isabel –algo que hacen unas 10,000 personas al año– es necesario anotarse en una lista de espera que puede durar hasta unos cuatro meses.


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