El inicio de un diálogo de paz entre el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos y las FARC, aunque recibido con obediencia por los mandos militares, sembró inquietudes en las filas y abrió fisuras en la tradicional unidad de las reservas, según expertos.
“Cuente, señor Presidente, con nuestro apoyo y el respaldo incondicional”, aseguró el comandante de las fuerzas militares, general Alejandro Navas, una vez que Santos anunció que emprendería un nuevo intento por terminar el conflicto armado de casi medio siglo en Colombia.
Pero si bien los mandos militares aseguraron su acatamiento, en el interior de las asociaciones de la reserva la decisión de dialogar y de incluir en el equipo negociador a los generales en retiro Jorge Mora, del Ejército, y Óscar Naranjo, de la Policía, provocó un intenso debate.
El general Jaime Ruiz, presidente de la Asociación de Oficiales en la Reserva Activa (Acore), la más importante organización de los retirados, aseguró que esas organizaciones acompañarán el proceso.
“Bajo ninguna circunstancia nos vamos a convertir en un palo en la rueda. Simplemente creemos que hay que hacer cosas para evitar la comisión de nuevos errores”, señaló en alusión al fracaso de anteriores intentos de conseguir la paz, el más reciente de ellos hace una década.
“Consideramos que el proceso debe llevar a la entrega de las armas, y no simplemente a la dejación de ellas, como está consignado en el acuerdo (preliminar) suscrito entre el gobierno y las FARC. Además, que debe haber una acción penal contra los desmovilizados, y finalmente, que deben entregar todo el negocio del narcotráfico”, añadió.
Una de las voces más representativas entre quienes rechazan la negociación es la del excomandante del Ejército, general Harold Bedoya, quien dijo a la agencia AFP que no cree en el proceso porque “las FARC han estado como toda la vida ganando tiempo, espacio, y buscando ante la opinión pública el estatus de beligerancia”.
Bedoya prevé incluso que en un determinado momento los representantes de la fuerza pública en la mesa de negociación “tendrán que retirarse, porque no va a terminar en nada para el país”.
Colombia, que ha vivido casi 50 años de conflicto armado, cuenta con un pie de fuerza integrado por 431,900 uniformados, 140,584 más que en 1999 cuando comenzó el anterior diálogo entre el gobierno y las FARC.
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