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Michel Temer: Su primer año como presidente de Brasil

Mandatario cumple un año desde que Dilma Rousseff fue suspendida por el Congreso para afrontar el juicio político que la llevó a su destitución.

Se cumple un año desde que Michel Temer asumió la presidencia de Brasil tras la suspensión de Dilma Rousseff (AFP).
Se cumple un año desde que Michel Temer asumió la presidencia de Brasil tras la suspensión de Dilma Rousseff (AFP).

El 12 de mayo de 2016, Dilma Rousseff fue suspendida del cargo de presidenta de Brasil luego de que el Congreso votara a favor de iniciar un juicio político contra ella por incumplir normas fiscales al administrar el presupuesto federal. La medida llevó a que su vicepresidentes, Michel Temer, asuma las funciones de jefe de Estado.

En su primer año como presidente, Temer registra una bajo nivel de aprobación. Empero, ha expresado con seguridad que desde que sustituyó a Rousseff, Brasil se encuentra en orden. “Estamos completando nuestro primer año de gobierno con la seguridad más absoluta de que estamos en el camino correcto”, declaró el mandatario.

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Sobre ello, la agencia Efe preparó un recuento de las principales reformas y recortes realizados por Michel Temer en su gestión.

Medidas contra la recesión y reformas laborales

En lo referido a la economía, Brasil continúa deprimida tras un año de Gobierno de Michel Temer, que ha emprendido un ambicioso paquete de reformas y un severo ajuste fiscal para salir de la recesión que ha llevado al país a una tasa de paro récord.

El mandato de Michel Temer tiene desde su inicio una marcada agenda económica centrada en reequilibrar unas cuentas públicas con un abultado déficit y “modernizar” las legislaciones laboral y del sistema de pensiones.

El Gobierno impulsó una polémica enmienda constitucional que estableció un techo de gastos para las dos próximas décadas; anunció en marzo pasado un recorte de unos 13,150 millones de dólares en distintas partidas presupuestarias y eliminó la exoneración fiscal en más de 50 sectores de la economía.

Michel Temer abrió sin reparos el candado de las leyes del trabajo, que rigen desde 1943, con una reforma, aún en trámite, que permite una rebaja de los costos laborales, da a los convenios colectivos valor de ley y elimina la contribución obligatoria para los sindicatos.

La propuesta para el sistema de pensiones, que se discute en el Congreso, endurece las condiciones para obtener ese beneficio al establecer como edad mínima para la jubilación los 62 años para mujeres y los 65 para hombres, con un mínimo de 25 años de cotización.

El Ejecutivo brasileño ha insistido en el último año en que de la aprobación de estas reformas depende el crédito internacional para atraer inversiones y volver a crecer, después de una caída acumulada del Producto Interno Bruto de más del siete por ciento en los dos últimos años.

Todas las medidas, completadas con un amplio plan de privatizaciones y concesiones, han sido aplaudidas por las principales patronales del país y denostadas por unos sindicatos que convocaron una huelga general, la primera en veinte años, el pasado 28 de abril.

Por su parte, la bolsa de Sao Paulo se “frota las manos” desde que Dilma Rousseff fue apartada de la Presidencia. El 12 de mayo de 2016 cerraba en los 53.241 puntos básicos y hoy inició la sesión en 68.159, lo que supone un aumento del 28%.

A favor y en contra

Para el presidente del colegio de economistas de Brasil, Manuel Enríquez García, Michel Temer “heredó” la crisis porque “las cuentas del sector público ya estaban y continúan de cierta forma bastante desequilibradas”, manifestó a la agencia Efe.

El agujero en el sector público, que incluye al Gobierno central, las empresas estatales y las administraciones regionales y municipales, llegó en 2016 al récord de unos 49,000 millones de dólares.

Brasil ha revertido por el momento ese déficit primario y terminó en el primer trimestre de este año con un ligero superávit de unos 700 millones de dólares.

No obstante, para el profesor de la Fundación Getulio Vargas Nelson Marconi, el Gobierno de Michel Temer “tuvo pocos triunfos” este año y “una visión equivocada de la política económica”.

En su opinión, la única conquista ha sido la reducción de la inflación, que en los últimos doce meses fue del 4.08%, comparado con el 10.67% de 2015, y ha sido posible a costa “de un alto desempleo”, que ha congelado el consumo interno.

“Creen que recuperando la confianza en la economía se vuelve a crecer, con reformas que es algo que ya se vio en España y en Europa. Eso está bien pero es insuficiente, no resuelve la crisis porque se necesita estimular la demanda y esa no es la línea de raciocinio”, explica Marconi.

La parálisis en sectores productivos clave, como el industrial, ha provocado que en el número de desempleados en Brasil llegara en marzo al récord histórico de 14,2 millones, el 13.7% de la población activa.

Con unas perspectivas tan débiles de crecimiento económico, que el mercado ubica en el 0.47% para 2017, en línea con la del Gobierno (0.50%), los analistas consultados esperan que el drama del paro aumente todavía más, a pesar de que para 2018 la previsión del PIB es del 2.50%.

“El desafío continuará porque el desempleo estará en alta y perdurará por lo menos hasta 2019 y parte 2020”, pronosticó García.

Temer tiene solo hasta las elecciones presidenciales de octubre de 2018 para, como ha señalado en repetidas ocasiones, terminar de colocar a Brasil “sobre los rieles”.

Aunque para Marconi, “la recuperación total va a depender de otro Gobierno que dé prioridad a la producción y se preocupe de la estructura productiva, que es donde Brasil está perdiendo mucho terreno”

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