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El Bosque del Amigo Fiel: Conoce este cementerio de mascotas

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Es el lugar de descanso de las animales que dejaron de existir. En su interior yacen perros, gatos, conejos, palomas, cuyes y hasta un mono.

Wilber Flores tiene 47 años y dos hijos a los que les gustan los animales. El menor (7) le da refugio a cuanto perro callejero se le aparece y la mayor (14) quiere ser veterinaria al terminar el colegio.

Wilber no se queda atrás: es el cuidador principal de El Bosque del Amigo Fiel, el lugar donde los propietarios de las mascotas, en su mayoría limeñas, llegan a dejarlas para tener un lugar para visitarlas cuando estas han muerto.

A 50 minutos de Lima, El Bosque del Amigo Fiel tiene aproximadamente cuatro hectáreas de tamaño y más de 270 mascotas enterradas en él. Wilber ha sepultado a todas. En su pueblo, en Jauja, enterraba a sus mascotas en el jardín de su casa y se sorprendió al ver cómo las familias en Lima también tenían ese amor por los animales a tal punto de considerarlos tan cercanos como un familiar.

“Yo no sabía que acá le tenían tanto aprecio a las mascotas. La gente llega y se va llorando del entierro de sus animalitos. Hacen discursos muy bonitos”, dice Wilber. A diferencia de las leyendas de cementerios de humanos, en este lugar no hay ruidos ni apariciones; Wilder disfruta el tiempo tanto de día como de noche rodeado de los geranios y las buganvilias del lugar.

Al lado de las lápidas se dejan flores y uno que otro juguete que los dolientes, como Wilber los llama, dejan a sus mascotas.

Algunas veces, los entierros se hacen en la madrugada a pedido del cliente, que no quiere ver el cuerpo de su engreído descomponerse. “Una noche enterramos un cuy a las dos de la mañana. Era de una pareja que no había podido tener hijos y estaban muy dolidos. Querían enterrarlo antes que los restos se echen a perder”.

Esa noche Wilder y su compañero trabajaron a luz de linterna y de luna. Igual que ellos, la mayoría de “dolientes” suelen quedarse tranquilos al saber que sus animales están en un lugar donde se les puede ir a visitar y no simplemente desaparecen del mundo sin dejar huellas ni la oportunidad de recordarlos.

Uno de los tantos entierros que Wilber presenció empezó cuando vio llegar una carroza fúnebre con todos sus integrantes vestidos de negro.

El fallecido era un rottweiler. Su familia lo despedía llorando. Al terminar el entierro todo era silencio. “Algunos familiares se sentaron a llorar. Yo ya me tenía que ir, pero los esperé. A los dolientes hay que darles su espacio”.

DATO

  • El Bosque del Amigo Fiel está ubicado en calle Las Lilas 127, Santa María-Chosica. Recibe visitas de los dueños de las mascotas, previa cita.

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