Uno de los grandes vacíos a la hora de hablar de sexualidad es el contacto no genital. Se habla sobre ello, sí, pero poco. La atención se centra en las poses exóticas, en los juguetes sexuales, en cómo experimentar más placer. Es por ello que en esta oportunidad nos enfocaremos en las caricias.
Hay parejas que siempre están en búsqueda de nuevas expresiones sexuales. Dicha labor puede llevarlas a toparse con el sexo tántrico, un método erótico y milenario que aún resulta místico y desconocido para muchos. La idea primordial del sexo tántrico es bien simple: hay que saber aguantarse y no dejarse seducir por el orgasmo. Lo que importa es prolongar al máximo el tiempo de los juegos previos, las caricias y la penetración, a fin de retrasar la llegada del clímax. ¿Cuál es la gracia de esto? Si bien puede parecer una tortura sin sentido, lo cierto es que evitar el orgasmo es un camino placentero. El sexo tántrico permite que la pareja se enfoque más en el proceso que en el final, lo cual es altamente delicioso y beneficioso. En ese lapso, cuya duración puede llegar a contarse por horas, los amantes aprovechan los estímulos eróticos para, así, estrechar vínculos emocionales. Es una forma de acercarse de manera más paciente, íntima y profunda. Es una forma de jugar también, lo cual es una manera de fortalecer la dinámica de pareja. Haga la prueba.