“Solo me he disfrazado una vez en mi vida. Será la última”, afirma Camila (35), una limeña que lleva seis años de casada. “No es que no me haya gustado la experiencia. Creo que para probar y jugar está bien, pero hacerlo una costumbre sería aburrido. Además, se cae en el cliché, ¿no? La mayoría de mujeres quiere ser enfermera sexy, policía sexy, diablita sexy. Qué poca imaginación”, apunta.