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Chavín de Huántar: Ex rehenes del MRTA recordaron los 126 días que estuvieron secuestrados

Aquel día, dos comandos, un rehén y 14 emerretistas murieron. A continuación, el testimonio de tres personas que vivieron en carne propia 126 días de tensión

Francisco Tudela, Marco Miyashiro y Luis Giampietri brindaron sus testimonios (Difusión)
Francisco Tudela, Marco Miyashiro y Luis Giampietri brindaron sus testimonios (Difusión)

El 22 de abril de 1997 ingresaron a la residencia del embajador de Japón en Perú comandos de la operación Chavín de Huántar. Su misión era rescatar a los 72 rehenes que se encontraban atrapados por los terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA ).

Aquel día, dos comandos, un rehén y 14 emerretistas murieron. A continuación, el testimonio de tres personas que vivieron en carne propia 126 días de tensión, los cuales culminaron tras el éxito de la operación Chavín de Huántar.

Francisco Tudela

El ex canciller Francisco Tudela, había sido sindicado como el primer rehén en morir cada 60 minutos.

“Todo el país sufrió, nuestras familias sufrieron, pero fueron ellas quienes nos sostuvieron durante los 126 días que estuvimos atrapados y nos dio la esperanza. Todos sabíamos que teníamos pocas probabilidades de salir con vida”, indica.

Agrega que, junto a Luis Giampietri y otros policías y militares se había conformado un grupo con la finalidad de escapar. Contaban con un beeper, el cual tuvieron oculto y era su único medio para coordinar con el exterior.

Marco Miyashiro Arashiro

También estuvo recluido en la residencia del embajador de Japón Marco Miyashiro, quien señala que “Después de 20 años es una experiencia sumamente humana”.

“Lastimosamente los terroristas han querido cerrarse en su opción de continuar con la violencia para conseguir la liberación de todos sus presos por terrorismo. Con el terrorismo no se negocia jamás”, sentenció el congresista y ex rehén.

“En ese momento yo pensaba que por mi vida el Perú no podía sufrir otra vez las calamidades del MRTA. Yo había combatido mucho al terrorismo y he visto el sufrimiento directo con el pueblo y ya no era posible que por una mala negociación los peruanos volvieran a sufrir”, declaró.

Destacó la presencia del sacerdote Juan Julio Wicht, quien “era una fuerza moral”. “El hecho que tuviéramos un héroe civil como el padre, que fue nuestro ejemplo ya que era un rehén voluntario. Simplemente verlo ahí, una persona que había asumido el compromiso y se iba hasta las últimas consecuencias”, recuerda Miyashiro.

Dijo que el sacerdote lastimosamente en su carrera pastoral no había tenido parroquia. “Se había dedicado mucho más a la parte académica, era la oportunidad de su vida. Su sola presencia fue una fuerza moral para mantenerme”, detalló.

Narró que la noche de las explosiones y las amenazas de los terroristas fue testigo de varios actos heroicos.

“Cuando todos estábamos tirados en el piso, amenazados, se oyó una voz que gritó ‘quiero hablar con el responsable de esta operación’, era un representante de la Cruz Roja Internacional y se quedó de pie. Y fue tan persistente que finalmente tuvo que ser atendido”, explicó Marco Miyashiro.

“Momentos después nos hicieron pasar a una habitación, nos repartieron y cuando estábamos en el alojamiento uno de los terroristas quiso poner explosivos en una de las ventanas y el señor embajador dijo ‘aquí no pones nada, ellos son mis invitados’ y se sentó y lo arrimaba al emerretista que no tuvo otra alternativa que replegarse”, cuenta luego de 20 años.

Luis Alejandro Giampietri Rojas

Luis Giampietri destacó la firmeza de sus compañeros en cautiverio. “Siempre estuvieron a pesar de los riesgos que corrimos al negarnos a apoyarlos desde adentro a las demandas de los terroristas. Estos nos unió mucho y nos hizo una extraña sensación de que no importara que la vida no siguiera, pero lo que no tenía que ocurrir era que el Perú deje de ser un partido democrático”.

Destacó este sentimiento porque sirvió para consolidar la democracia en este país.

“El último día fue sumamente tenso, con mucha responsabilidad porque mucha de la gente no se había enterado de lo que estábamos haciendo y siempre hubo la posibilidad de que hubiera una falla masiva que terminara con la muerte de mucha gente, lo cual hubiera sido muy duro para mi conciencia”, recuerda el vicealmirante en retiro.

“La tensión de que todo saliera mal siempre acechaba y me pecha hasta ahora porque ya tengo varias reparaciones mayores por esto de la tensión que vivimos. Estas experiencias marcan a las personas de por vida”, refiere.

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