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Columna vertebral: El poemario antisistema de Mendoza

“Otro de los puntos altos de _Capital/Contracapital es la rara combinación de una crítica a la vez aguda y sutil (…) contra el sistema de dominación económica”._

No son tiempos propicios para los poetas jóvenes de nuestro país. Cada vez es más difícil encontrar, entre la avalancha de publicaciones que nos sepulta, un libro debut que se distinga de la maraña de poemarios previsibles, escritos por bisoños autores satisfechos, aunque hagan lo imposible por negarlo, en su condición epigonal. Los nuevos poetas suelen envolverse en manifiestos rupturistas, construir armatostes teóricos que justifiquen sus arrebatos, celebrar cual narcisos su propio ánimo experimental, pero cuando llega la hora de las definiciones, lo que podemos constatar en sus poemas es bastante conservador y envejecido. Nos encontramos con muchachos que, ante el callejón sin salida donde se encuentran, optan por sucedáneos como la performance o por engañifas posmodernas que nada nuevo o inquietante aportan a la tradición. No son pocos los que escalaron esas montañas de espejismos y desechos y luego desbarrancaron y ahora moran en el Tártaro de lo intrascendente y olvidable.

Lo anterior no significa que se desprecie la búsqueda de nuevos territorios poéticos, como algunos suelen alegar cuando se señala la ineficacia de sus exploraciones. Lo que se impugna es justamente que aquellas indagaciones no sean más que fuegos fatuos y amagos que se vocean, echando mano a la retórica más inane, como pasos más allá de lo previsto. Por ello es esperanzador toparnos con un poemario que, rechazando la estridencia y el adanismo, sugiera la posibilidad de una voz sólida y original. Siempre se agradece la sensación del soplo de aire fresco en medio de este panorama rancio y desabrido.

Es el caso de Capital/Contracapital de Luis Enrique Mendoza (1987). Se trata de un desafiante diálogo con la historia (“trama de revueltas al filo de una granada”) y la economía, cuyo más obvio referente son los Cantos de Ezra Pound, y en nuestra realidad, El Contrato Finch, de Peter O´Brien, y Praxis, asalto y destrucción del Infierno, de Enrique Verástegui. Mendoza demuestra no solo una pericia con el lenguaje y la respiración del texto poético bastante inusual, sino también un pertinente conocimiento de la materia que trata.

A diferencia de muchos de sus compañeros generacionales, el discurso de Mendoza no se puebla solo de imágenes dispersas sin mayor reflexión o consistencia respecto de su planteamiento inicial, sino que estas van completando una visión sobre el pasado y el destino de los hombres ante un sistema deshumanizador. Como bien apunta Rodolfo Hasler, en este libro las palabras no han sido enturbiadas por la manipulación del lenguaje lógico, por lo que el cúmulo de voces, citas, pensamientos dispersos y cantos de apariencia tribal origina un desprendimiento que puede interpretarse, a la vez, como un renacer.

Otro de los puntos altos de Capital/Contracapital es la rara combinación de una crítica a la vez aguda y sutil, exenta de maniqueísmos o vocación panfletaria, contra el sistema de dominación económica que es simbolizado como “un mortero de hambre bajo una llama”. Aunque hay algunos excesos que debe atemperar (como las repeticiones que pretenden imprimir un aire de letanía a algunos poemas y acaban por adelgazar su vigor expresivo), este libro de Luis Enrique Mendoza es un buen comienzo. Ojalá que a diferencia de otros casos no sea solo un brillo fugaz que se pierda en las tinieblas de la falsa novedad.

  • Capital/Contracapital
  • Lustra, 2016, 45 pp.
  • Relación con el autor: ninguna.
  • Puntuación: 3 de 5 estrellas

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