Un museo debería ser un espacio de interacción y un lugar para discrepar libremente. Un museo debería ser una zona liberada para el activismo y los sentidos populares.
Un museo debería tener un curador de planta, quien tendría que dirigir y conceptualizar las exposiciones. Debería contar con un museógrafo, un pedagogo, un jefe de comunicaciones, un community manager, un técnico montajista, una biblioteca actualizada (con ludoteca), un comité de adquisidores-donaciones y una unidad de investigación.
Un museo forma parte –también– de la industria del entretenimiento. Por lo tanto, debería generar actividades para el ocio y la contemplación: encuentros musicales, ferias de sellos independientes, clínicas, cine al aire libre, talleres para niños, etc.
Un museo debería buscar la formación de públicos, tener incidencia en el currículo escolar y trabajar con las escuelas del sector.
Un museo debería ser un lugar vivo, candente y excitante.
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