Son casi las cuatro de la tarde en el pasaje Santa Rosa del Centro de Lima y José de la Chira está sentado junto a un caballete donde exhibe varios de sus retratos y una mesa pequeña con tizas especiales de colores, lápices al carbón, fotografías y cartulinas. A la espera.
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En la era del ‘selfie’ y de la revolución de las fotos de perfil en Facebook y demás redes sociales, todavía queda en la ciudad un grupo de románticos de la calle que retratan rostros de extraños analógicos que se sientan en una banca a que un extraño y artista capture al paso lo que son en ese momento para que quede plasmado al carbón en una cartulina. A veces también a color y con acuarelas. José es uno de ellos.
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Cuando tenía 26 años, luego de haber sido asistente en un taller de arte por algún tiempo, ingresó a estudiar Artes Plásticas a la Escuela de Bellas Artes. Lleva más de 15 años en la técnica del retrato y más de diez capturando diariamente lo más parecido el alma de las personas en las calles del centro de la ciudad. Seis horas diarias los días de semana y ocho los sábados, domingos y feriados.
“Supe que quería dedicarme a esto a pesar de los aspectos sociales, económicos y de la no aceptación. Nadie pensaba que podía vivir de mi arte”, cuenta.
José ha retratado a la reina de belleza Maju Mantilla, al periodista viajero Rafo León y al ex futbolista Julio César Uribe. Dice que ha sido un honor, pero, en el fondo, piensa que tal vez prefiere retratar a desconocidos.
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Su talento lo ha llevado a Santiago de Chile y Loja (Ecuador), adonde fue a probar suerte y terminó haciendo decenas de dibujos y exponiendo sus obras, junto a otros retratistas, en algunos centros culturales.
A pesar del frío limeño o el sol en cenital en la cara, José se sienta en la calle a la espera de dar curso a sus lápices y pinceles. Puede hacer un retrato en 15 minutos, pero en otros se demora más de hora y media. Lo importante —dice— es que el cliente se vaya contento. Los precios van desde los diez soles.
DIANA HIDALGO (diana.hidalgo@peru21.com)
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