Si hablamos de reconciliación, es el proyecto Lugar de la Memoria (LUM) el espacio que ha puesto en la esfera pública la necesidad de reflexionar sobre el proceso político peruano de 1980 al 2000, y su relación con las prácticas culturales.
Bajo este panorama, el trabajo de Denise Ledgard como directora nacional del LUM hasta el 30 de junio –fecha de su destitución– fue importante porque logró consolidar un guion curatorial aprobado por la comisión de alto nivel de este proyecto y validado por un proceso participativo, con diversos grupos sociales.
Es una actitud de irresponsabilidad que habiéndose ejecutado el 90% del presupuesto y cuando el trabajo de Ledgard llegaba a su fin en diciembre de este año, con la entrega e inauguración de LUM, se ponga en riesgo la posibilidad de tener un espacio de memoria oficial.
Es, además, paradójico que esta destitución evidencie la inexistente capacidad crítica y la poca tolerancia en un proyecto del Estado que aspira a que seamos un país más tolerante.
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