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Robin Williams dio prestigio al doblaje del cine animado

Aladdin fue la primera cinta de Disney que basó su publicidad en el hecho de que una gran estrella daba voz a uno de sus personajes.

Robin Williams le dio la voz al genio de Aladdin, cinta de Disney. (AP)
Robin Williams le dio la voz al genio de Aladdin, cinta de Disney. (AP)

Genio increíblemente versátil de la comedia verbal y física, el fallecido Robin Williams dio lustre al campo del doblaje de cine animado, antes menospreciado por las estrellas de Hollywood, gracias a su “genio” en Aladdin (1992), de Disney.

Este dibujo animado fue “la primera película animada que basó su publicidad en el hecho de que contaba con un gran nombre en el doblaje”, recuerda el sitio especializado IMDb.com.

Desde entonces, grandes estrellas de Hollywood han visto con buenos ojos hacer doblajes para las películas animadas, un rubro en el que antes se prefería utilizar actores anónimos.

Pero en 1992, los creadores de Aladdin aprovecharon el humor y la versatilidad de Robin Williams para la caracterización del genio azul de la lámpara mágica.

Sin embargo, al aceptar el papel, Williams fijó un contrato sin publicidad –negándose a hacer la extenuante gira promocional que sucede a una producción de Hollywood– “porque trabajó por el salario mínimo fijado por el sindicato, para que sus hijos pudieran escucharlo en una película de Disney”, contó a la agencia AFP el historiador de este estudio Jim Korkis.

La opción, como eligió Williams, de que no se asociara su nombre al trabajo publicitario y de mercadeo de la película “nunca había sido un requerimiento en este tipo de contratos”, añadió el especialista, autor del libro sobre el imperio Disney The Revised Vault of Walt.

En esta película Williams sorprendió con su hilarante don para las imitaciones: interpretó a una docena de celebridades, entre ellas Groucho Marx, Arnold Schwarzenegger, Jack Nicholson y Robert de Niro.

Pero también, según su acuerdo con Disney, tuvo a su disposición largos espacios en blanco en el guión que le dieron cabida a sus improvisaciones. Como resultado, se grabaron 16 horas de parloteos delirantes del actor para una película de 90 minutos.

Y el genio se convirtió así, rápidamente, en un personaje memorable para el público.


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