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Opinión

Qué frustrante es cuando después de un viaje o de un largo día de trabajo, deseando llegar a casa y apachurrar a nuestros bebés, ellos nos reciben con quejas, pataletas y más quejas.

Lucía de Althaus,Opina.21
quererteatiperu21@gmail.com

Qué frustrante es cuando después de un viaje o de un largo día de trabajo, deseando llegar a casa y apachurrar a nuestros bebés, ellos nos reciben con quejas, pataletas y más quejas. “¿Qué les pasa?”, nos preguntamos molestos. Nuestra primera respuesta suele ser algo como “mejor me hubiese quedado en mi trabajo!” o “Si sigues así, me vuelvo a ir de viaje!”. Esto empeora más la situación y lo que nos provoca es escapar de ahí. Quizás la única manera de entender esto es que lo niños, mientras más chicos son, se angustian frente a nuestra larga ausencia y fantasean con la posibilidad de que los estemos abandonando. Ante este temor inmenso, nos reciben fastidiados, y sus quejas son como pruebas para ver si vamos a sobrevivir y nos vamos a quedar con ellos. Por eso, el responder algo como “se que estás molesto, pero ya estoy en casa” o simplemente mirarlos tranquilamente recibiendo su angustia, los reasegura y confirman que a pesar de nuestra distancia, siempre regresamos y los seguimos amando.


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