El Papa Francisco cesó a un cardenal italiano muy conservador que encabezó el departamento vaticano del clero, pero mantuvo en su cargo a un prelado alemán que dirige una ofensiva contra monjas estadounidenses sospechosas de disentir de ciertas enseñanzas católicas y que también ayuda a planificar la respuesta a los casos de abusos sexuales por parte de religiosos.
Después de seis meses en el cargo, Francisco hoy varias designaciones importantes entre la Curia Romana, que complacerán y desilusionarán tanto a conservadores como a progresistas, quizá en línea con lo que lleva de su propio papado, que con frecuencia ha desafiado posiciones en ambos campos.
Francisco cesó al cardenal Mauro Piacenza –quien tenía reputación de ser muy tradicional en asuntos de liturgia y el celibato sacerdotal– del cargo de prefecto de la Congregación para el Clero.
Piacenza ahora pasa a un cargo menos importante: director de la Penitenciaria Apostólica, un tribunal vaticano encargado de las confesiones de pecados tan graves que solamente el Papa puede otorgar la absolución, como en el caso de sacerdotes que violan el secreto confesional.
Además, será reemplazado por otro italiano, Beniamino Stella, que ocupa ya un cargo en la burocracia vaticana. Su oficina encara muchos desafíos, como la falta de curas en gran parte del mundo desarrollado y responder a los pedidos de los creyentes y de cierta parte del clero para que permita el matrimonio de sacerdotes.
Francisco retuvo al arzobispo Gerhard Mueller en el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Designado inicialmente por Benedicto XVI, encabeza una investigación de la Santa Sede sobre las monjas que presuntamente socavan las enseñanzas de la Iglesia sobre el sacerdocio y la homosexualidad. Su oficina también se encarga de los clérigos que abusan sexualmente de menores.
Bajo el mandato de Mueller, los detractores de la estrategia vaticana han quedado frustrados en sus cabildeos con el Vaticano y otras jerarquías eclesiásticas para que respondan por su política que durante décadas permitió la permanencia en el ministerio de los sacerdotes pederastas, limitándose a transferirlos de parroquia en parroquia al estallar las denuncias.
Otra designación que fue vista con atención fue la de monseñor Nikola Eterovic, quien era el encargado del sínodo de los obispos, que son los encuentros ocasionales que congregan a los ordinarios para analizar políticas de importancia o problemas regionales.
Eterovic fue transferido al cuerpo diplomático vaticano. Será ahora nuncio en Alemania.
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