La dificultad para algunos otros productos básicos lleva a los venezolanos a salir a la “caza” de alimentos, un fenómeno que alcanzó su mayor nivel en cuatro años en la regulada e importadora economía del país.
“La harina de trigo tiene tiempo que no viene, hoy encontré harina de maíz y aceite, pero azúcar tampoco hay. Yo vengo todos los días a ‘cazar’ si llega pollo, porque acá lo venden (a precio) regulado en 15 bolívares (US$3.48)”, cuenta a la agencia AFP Miriam Villae, de 62 años, que hace la compra con su nieto de unos diez años en un supermercado del este de Caracas.
“¿Hay mantequilla?, ¿hay mantequilla?”, pregunta otra señora junto a Villae, mientras ambas empujan sus carritos por los pasillos y esquivan las largas colas que se formaron luego de que se corriera la voz de la llegada de aceite, arroz y la preciada harina de maíz, con la que los venezolanos preparan sus típicas arepas y empanadas.
En Venezuela, algunos productos básicos –cuyos precios se encuentran en muchos casos regulados desde 2003– escasean de forma cíclica, pero según el último informe del Banco Central (BCV) el indicador de escasez de bienes alcanzó en diciembre de 2012 un 16.3%, la mayor cifra de los últimos cuatro años.
En algunos supermercados y panaderías restringen la cantidad de productos básicos que puede comprar cada persona y algunos restaurantes caraqueños ofrecen cartas reducidas a sus clientes.
“Siempre enero es un mes complicado, porque las distribuidoras se van de vacaciones en diciembre, pero ya para mediados de mes normalmente los inventarios han sido repuestos y esta vez no”, explica Edgar Parra, encargado de otro supermercado de la capital, donde unos pocos clientes se pasean por pasillos semivacíos.
El Gobierno, que lanzó a principios de año un plan para evitar el desabastecimiento y la escasez, sostiene que el aumento del consumo, junto con el acaparamiento y la especulación por parte de productores y comerciantes son las causas de los anaqueles vacíos.
Según el Ejecutivo, el sector privado busca con estas maniobras un aumento de los precios regulados y una devaluación del tipo de cambio oficial, que rige en el país desde hace una década.
El Gobierno acusó además a algunos sectores opositores de estar acaparando productos para “desestabilizar” el país durante la ausencia del presidente Hugo Chávez ¿, enfermo en Cuba desde hace mes y medio y cuyo regreso para asumir su nuevo mandato 2013-2019 todavía es una incógnita.
METEN MIEDO
El Gobierno de Venezuela ha comenzado a magnificar a los enemigos de siempre, en lo que algunos ven como un viejo ardid para mantener el apoyo popular y desviar las inquietudes sobre la salud del ausente presidente Hugo Chávez.
Amenazas de expropiaciones, sanciones a empresas y hasta un complot de magnicidio surgieron en los últimos días desde el Gobierno socialista, que ha sido encargado al vicepresidente Nicolás Maduro mientras un silencioso Chávez convalece en Cuba.
“Tenemos que repetirlo, ratificarlo, tenemos que trabajar mucho porque estamos frente a un monstruo”, afirmó Maduro en un mitin en el que fustigó a la oposición doméstica y al imperio encarnado en la derecha internacional.
Avivando la idea de que el enemigo de la “revolución bolivariana” está al acecho, Maduro, un exchofer de autobús, aseguró esta semana que el Gobierno detectó grupos infiltrados en el país para atentar contra él y el titular del Congreso, Diosdado Cabello, sin dar detalles.
“Miren el lenguaje que utilizan, el lenguaje despectivo de una oligarquía que jamás podrá entender quiénes somos nosotros (…); ellos dicen que hay que sacar del medio al tenientico y al autobusero”, disparó el vicepresidente.
En un discurso emocional, Maduro también arremetió hace poco contra los empresarios, a los que acusó de impulsar “una guerra psicológica para desmoralizar y confundir a nuestro pueblo”.
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