16.ABR Martes, 2024
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Opinión

Mientras sus amigos buscábamos desesperadamente ubicar el I-phone de José Yactayo con la esperanza de hallarlo aún con vida, sus asesinos lo usaban para engañarnos enviándonos mensajes de texto, un día después de haberle quitado la vida.

El día lunes 27, un día después de que José Yactayo fuera brutalmente asesinado, el criminal y/o alguno de sus cómplices utilizaron su i-phone (cuya clave deben haberlo obligado a revelar) para ganar tiempo deshaciéndose de las evidencias y, en distintos momentos del día, encendieron el teléfono para responder a los mensajes que llegaban, haciéndose pasar por él, en todo momento, llegando a completar 5 mensajes y una llamada en el lapso total de 7 minutos. Cabe subrayar que el día lunes 27, la señora Anita Rodríguez, madre de Pepe, había comunicado la desaparición a su amigo y compadre James Detleff y este, a su vez, a su grupo de la promoción de la Universidad de Lima. Sus amigos periodistas de TV –entre quienes me incluyo– no tuvimos conocimiento del hecho hasta la mañana del martes 28 en que James consiguió mi número y me escribió muy temprano por la mañana. Finalmente, es oportuno aclarar que el día miércoles 1 de marzo, todos estos whatsapp fueron entregados por mí al suboficial técnico PNP Enrique Torres de la División de Personas Desaparecidas.

Whatsapp 1. Beto Ortiz:

Envié un whatsapp a Pepe a las 12:13 del día para saber si está avanzando la edición:

- ¿A qué te dedicas? (Frase que Álamo Pérez Luna usaba en la época de “La Revista Dominical” para insinuar que uno estaba hueveando).

Impostor responde 3:51 p.m.:

- Actualmente estudio una maestría en la Cato. Estoy afónico. La pasé bien. (Como la ironía era el lenguaje habitual de Pepe, no pensé nada malo. No tenía caso que me dijera qué estudiaba si yo ya lo sabía, nos veíamos a cada rato. Yo creí que me estaba tomando el pelo respondiendo con tamaña tontería).

Whatsapp 2. Carla Colona: La esposa del periodista Hugo Aguirre, uno de los mejores amigos de Pepe, le escribe a las 3:17 p.m.:

- José todos te buscamos, ¿dónde estás? solo repórtate.

Impostor responde 3:53 p.m.:

- Estoy bien, no puedo hablar ahora. Tengo todos los síntomas de una gripe.

Llamada 1. A las 3:55 p.m. (dos minutos después del Whatsapp 2), ingresa a mi celular una llamada desde el i-phone de Pepe. Nadie habla, la llamada solo dura 17 segundos.

Whatsapp 3. Miguel Caperos: (Otro amigo de promoción de la Universidad. Le escribe como parte de un chat grupal con Christian Sánchez, Hugo Aguirre, Carla Colona y James Detleff): Media ciudad buscándote. Impostor responde 3:57 p.m.: Estoy afónico.

Whatsapp 4. Carla Colona: Se murió el papá de Hugo al mediodía.
Impostor responde 3:58 p.m.: Ala. Todo eso pasó.

Whatsapp 5. James Detleff:
Hey, donde andas 12.59 del día

Impostor responde 3:58 p.m.: ¿Qué fue? Estoy hasta las patas

James: Qué bueno que está todo ok. ¿Hasta las patas de salud o ánimo o ambas?
Impostor: Salud y por ende cansancio.

Whatsapp 6. James Detleff:

Horas más tarde, a las 8:05 p.m. James insiste: Otra vez te has desaparecido. Supongo que sabes lo de Hugo. (James quiere saber si José se ha enterado de que el padre de Hugo ha muerto. No recibe respuesta hasta casi tres horas más tarde, cerca de las 11 p.m. en que, al parecer, ha vuelto a encender el celular para volver a llamarme).

Llamada 2. 10:43 p.m. Ingresa a mi celular una segunda llamada desde el celular de Pepe. Yo estoy en una cena en casa de amigos, esperando que sean las 12 porque al otro día es mi cumpleaños. Conociéndolo, llego a pensar: “Seguro que quiere ser el primero en saludarme”. Respondo la llamada, pero nadie habla del otro lado de la línea. Recuerdo que, riéndome, dije algo así como: “Oye, Pepe, ¿si estás afónico para qué me llamas?”. Se corta la llamada.

10:45 p.m. Devuelvo la llamada. Contestan el teléfono, pero, de nuevo, nadie habla. Se limitan a escucharme. No se oye absolutamente nada. Ni ruido de calle, siquiera. Nada. Me vuelven a cortar.

Whatsapp 7. James Detleff:
A la pregunta formulada casi tres horas antes sobre si ya sabía de la muerte del papá de Hugo, el Impostor responde a las 10:59 p.m. escribiendo: Sí, ya me contaron.

Y luego hace un añadido bastante torpe: Perdí mi celular.

James hace la pregunta que cualquiera habría hecho: ¿Y cómo así andas en Whatsapp? No hubo más respuesta.

De todos los amigos de Pepe, yo soy el único al que sus asesinos llamaron por teléfono. En la víspera de mi cumpleaños, además. Los periodistas viejos hemos cubierto bastantes casos en los que ciertos asesinos desalmados gustaban elegir –con perversa dedicación– la fecha en que perpetrarían sus peores crímenes: la Navidad, el bautizo de un primer hijo, un aniversario. No me atormenta ser citado una y otra vez por el absurdo cargo que –gracias a ciertos malos policías y a cierta prensa– me están inventando, acudiré todas las veces que sea necesario hasta que toda la verdad se sepa. Lo que sí me atormenta es la posibilidad de que tanto salvajismo no sea solo cosa de la delincuencia sin control que está desangrando este país. Me atormenta sobre todo que tanta saña y tanto sadismo empiezan a parecer, más bien, cosa de mafia.


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