23.NOV Sábado, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Carlos Meléndez,Persiana Americana
Recientemente dos grandes arterias de la capital cerraron por obras de mantenimiento y adecuación: un sector de la Costa Verde y la avenida 9 de Octubre, ingreso principal a San Juan de Lurigancho (SJL). En la mayoría de medios de comunicación se alertó sobre el primer caso (incluso con infografías en la prensa escrita), pero ni una sola palabra sobre el segundo. Solo cuando en la mañana del martes 5 todas las salidas del distrito más populoso de Lima colapsaron, el drama suscitó atención mediática.

Hace menos de un mes la directora de radio Filarmonía, Martha Mifflin, fue entrevistada en RPP Noticias por el aniversario de dicha estación cultural. Durante la conversación, Mifflin mencionó un dato interesante: en una campaña de recaudación voluntaria de fondos entre sus seguidores para apoyar las críticas finanzas de la radio, “quienes llegaron fueron personas de los conos (sic), que no teníamos idea de que fueran nuestros oyentes”. Filarmonía acaba de cumplir treinta años y, en buena medida, gracias a contribuyentes inesperados.

Ambas viñetas de la vida social limeña dan cuenta de la reproducción social (inconsciente o no) de un imaginario urbano fundado en la invisibilización de sectores sociales (marginados, concomitantes con el crecimiento descontrolado de la ciudad), en el que los mass media juegan un rol clave. En este mundo a medida de nuestros prejuicios, las advertencias informativas existen para los “vecinos” de la Costa Verde, no para los “pobladores” de SJL; y las radioemisoras descubren seguidores en zonas fuera de su target. Así, la Lima oficial crece perpetuando la discriminación y la segregación, tanto material como subjetiva. Las ciudades invisibles son, también, expresiones de nuestro “desarrollo” (fallido).


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